Tendríamos que remontarnos cuatro años para encontrar una situación como esta: el barril de petróleo ha caído por debajo de los 78 dólares, un 30% menos que a principios de verano. Si se mantienen los precios, España ahorrará más de 6.000 millones de euros en su factura energética. Aunque esa rebaja todavía no se nota en los bolsillos, el precio del diésel sólo ha bajado un 4'5%.
Esta caída responde a una oferta elevada unida a una bajada en la demanda mundial. Un problema difícil de resolver si no se alcanza un acuerdo para que los principales productores recorten la producción. En ocasiones anteriores, cuando la demanda caía los países exportadores recortaban la producción para mantener los precios. Ahora no lo hacen para evitar que a países como Estados Unidos le salga rentable la extracción de petróleo a través del fracking para su propio abastecimiento y robe mercado a otros productores.
Los ojos están puestos en Viena allí reúne el próximo día 27 la Organización de Países Exportadores de Petróleo y será donde se decida si se opta por un recorte de los niveles de producción que equilibre el mercado y frene la caída del precio del petróleo.
Hasta ver lo que ocurre, España se estaría beneficiando de esta rebaja. La factura energética se reduce al caer el precio de la princial fuente de energía mundial y Nuestro país se estaría ahorrando hasta 6.000 millones de euros. Lo que en economía se traduciría en más crecimiento, menso déficit comercial y menos inflación.
La caída del precio del crudo se ha visto reflejada en los surtidores, pero los consumidores se quejan porque la rebaja no se ha producido de manera proporcional. Si la caída del precio del petróleo ha sido de un 20%, en las gasolineras sólo lo ha hecho un 7%.
