EL SUEÑO COMO UN LUJO

Cómo dormir bien: rutinas de una psicóloga para descansar de verdad

En una sociedad hiperconectada que nos exige estar disponibles a todas horas, el descanso profundo parece un lujo. Pero entender por qué dormimos mal y qué podemos hacer para recuperarlo es el primer paso para devolverle su lugar central en nuestra salud.

Una mujer con insomnio

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Durante mucho tiempo, dormir fue algo que simplemente ocurría. Hoy, sin embargo, se ha convertido en un reto. Entre pantallas que nos capturan, estrés acumulado y una cultura que glorifica la productividad constante, hemos ido desplazando las horas de sueño hasta convertirlas en un residuo del día.

¿Cada vez dormimos peor?

Sí, cada vez dormimos peor si nos comparamos con generaciones anteriores. Y tiene una explicación:

  • Vivimos acelerados: el cortisol (es decir, la hormona del estrés) se mantiene elevado más horas de las que debería, enviando a nuestro cuerpo el mensaje de que todavía "no es momento de parar". Por ejemplo: acabas de cerrar el ordenador, pero sientes que tu cabeza sigue encendida, repasando listas, decisiones o preocupaciones.
  • Pantallas hasta el último minuto: la luz azul inhibe la melatonina, la hormona que prepara al cuerpo para dormir, por tanto, esa hormona parece que nunca llega. Por ejemplo: revisar Instagram en la cama "solo dos minutos" que acaban convirtiéndose en 40 provoca que nos vayamos no solo más tarde a dormir sino más alterados.
  • Desregulación horaria constante: cenas tardías, cambios en los fines de semana, desplazamientos y falta de rutinas confunden a nuestro reloj interno. Por ejemplo: dormir 7 horas entre semana y "compensar" con 10 el sábado, generando una falta de rutina y de orden en el sueño.
  • Cargas mentales y emocionales: preocupaciones, responsabilidades familiares, dificultades laborales y un nivel de autoexigencia elevado mantienen la mente en alerta. Por ejemplo: el típico "me duermo, pero me despierto a las 3 pensando en lo que tengo que hacer mañana".
  • Sobre estimulación continua: nunca antes tuvimos acceso inmediato a tanta información, mensajes, noticias y estímulos. Por ejemplo: cada notificación añade una pequeña dosis de activación que, sumada a lo largo del día, deja el sistema nervioso saturado.
Dormir abrazado a la almohada
Dormir abrazado a la almohada | iStock

El sueño como nuevo lujo, cuando es una necesidad básica

Hablar del sueño como un lujo puede sonar provocador, pero plantea una realidad: descansar bien (lo cual es una necesidad) se ha convertido en un símbolo de salud, bienestar y equilibrio. No porque sea exclusivo, sino porque hoy requiere tomar decisiones conscientes para protegerlo.

Dormir no es un capricho. Impacta directamente en:

  • Regulación emocional
  • Capacidad de concentración
  • Creatividad
  • Sistema inmune
  • Metabolismo
  • Relaciones interpersonales
  • Prevención de ansiedad y depresión

De hecho, cada vez más estudios señalan que la calidad del sueño predice mejor la salud mental a largo plazo que el ejercicio o la alimentación.

Técnicas para dormir mejor: estrategias prácticas y realistas

Recuperar un descanso reparador no implica transformar tu vida de un día para otro. Implica introducir pequeños hábitos que envíen al cuerpo un mensaje claro: "puedes bajar la intensidad".

Mujer en la cama sin poder dormir
Mujer en la cama sin poder dormir | iStock

Algunas herramientas son las siguientes:

1. Crea un aterrizaje nocturno: una rutina sencilla de 20–30 minutos puede marcar la diferencia. Algunas ideas son:

  • Bajar luces en casa.
  • Dejar el móvil cargando fuera de la habitación.
  • Ducha templada.
  • Lectura ligera.
  • Una infusión suave.
  • Respiración lenta (por ejemplo, 4-6: inhalar 4 segundos, exhalar 6)

Por ejemplo: si a las 23:30 quieres estar dormida, empieza tu "aterrizaje" a las 23 h: luces bajas, pijama, lectura, calma. El cerebro entiende la señal.

2. Reduce la exposición a pantallas al menos una hora antes y si no es posible, al menos realiza lo siguiente:

  • Activa el modo noche.
  • Baja brillo
  • Evita contenidos intensos o estimulantes. Por ejemplo: sustituir el scroll por pódcast relajados o audiolibros mientras recoges la casa o preparas el día siguiente.

3. Fija horarios estables: Tu cuerpo ama la previsibilidad. Por tanto, intenta despertarte siempre a la misma hora (aunque hayas dormido mal) y mantener un margen similar entre semana y fines de semana. Por ejemplo: en lugar de variar tres horas los fines de semana, reduce el desfase a una hora.

4. Cuida tus hábitos diurnos: dormimos según cómo vivimos, no solo según lo que hacemos antes de acostarnos. Por tanto, tener los siguientes hábitos es de gran utilidad:

  • Exposición a luz natural por la mañana.
  • Comidas a horarios regulares.
  • Ejercicio físico (idealmente por la mañana o tarde, no de noche).
  • Micro descansos: 5–10 minutos para bajar ritmo durante el día.

5. Regula la mente, no solo la rutina: a veces el problema no es la cama, sino la carga emocional que llevas a ella. Por tanto, intenta realizar las siguientes actividades:

  • Anota las preocupaciones del día antes de acostarte.
  • Practica respiración diafragmática.
  • Prueba con técnicas de relajación o mindfulness.
  • Busca apoyo profesional si la ansiedad nocturna es recurrente.

Dormir bien es una necesidad vital

Más que un privilegio, dormir mejor es una decisión estratégica para vivir con más presencia, salud y equilibrio. No se trata de lograr el sueño perfecto, sino de recuperar algo que siempre fue nuestro: el derecho a descansar sin culpa.

Recuerda que cuando dormimos bien, todo lo demás mejora: pensamos con más claridad, regulamos mejor nuestras emociones y nos sentimos más capaces de afrontar el día. Y eso, lejos de ser un lujo, es una necesidad humana esencial.

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