FIN DE UNA ÉPOCA

Algo se muere en el alma cuando un amigo se va: cómo superar el fin de una amistad

Es más frecuente hablar de rupturas de pareja que de la ruptura con un amigo de toda la vida, pero pocas cosas duelen tanto como la pérdida de una amistad profunda. ¿Tiene vuelta atrás? ¿Puede una amistad verdadera romperse para siempre?

Tres amigas

Tres amigasFreepik

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La amistad tiene un componente emocional y otro relacionado con la propia identidad. No es solo compartir tiempo libre, sino compartir quiénes somos. Por eso, cuando se rompe, sentimos una especie de vacío.

Son 3 las causas más importantes:

  • Confianza depositada: a diferencia de la familia, elegimos a los amigos. Eso convierte el vínculo en algo especialmente valioso y a nuestro amigo en alguien en quien confiamos.
  • Testigos de vida: los amigos guardan recuerdos, etapas y secretos que nadie más conoce. Forman parte de quienes somos en un momento determinado y si se mantiene la amistad a lo largo de los años, esa persona se vuelve un testigo de nuestra evolución.
  • Reflejo emocional: en la amistad nos sentimos validados, comprendidos y acompañados. Perderlo genera sensación de desarraigo.

Por ejemplo: si compartes 15 años con una amiga, desde el colegio hasta la adultez, esa persona va a ser conocedora de tu historia, tus primeras relaciones, tus inseguridades. Cuando la relación se rompe, no solo pierdes a una persona, sino también parte de tu propia biografía.

Amigas hablando felices
Amigas hablando felices | Pexels

Causas comunes de las rupturas entre amigos

Las amistades pueden enfriarse poco a poco o quebrarse de golpe. Algunas causas frecuentes son:

  • Distancia vital: a veces los caminos se separan y cuesta mantener la conexión. Por ejemplo: mudanzas, cambios de trabajo, maternidad/paternidad…
  • Falta de reciprocidad: cuando una persona siente que da más de lo que recibe, la balanza se rompe.
  • Conflictos no resueltos: pequeños roces acumulados que nunca se hablaron.
  • Traiciones puntuales: situaciones donde se vulnera la confianza. Por ejemplo: contar un secreto o no estar en un momento clave (“no estuviste cuando más lo necesitaba”).

¿Puede romperse para siempre una amistad verdadera?

Aquí no hay una respuesta única. Algunas amistades sí mueren, y otras simplemente duermen un tiempo. Depende de varios factores:

  • La gravedad del daño: no es lo mismo una discusión puntual que una traición profunda.
  • La voluntad de ambas partes: si uno quiere recomponer y el otro no, la relación difícilmente seguirá. En cambio, si los dos ponen de su parte, es mucho más sencillo llegar a la reconciliación.
  • La flexibilidad emocional: hay amistades que aceptan las etapas de distancia y se reencuentran años después sin rencores.
  • Existen las llamadas "amistades de ciclo vital": personas que nos acompañan en un tramo de la vida, cumplen su función emocional y después se marchan. No por ello dejan de ser valiosas, aunque no duren para siempre.
Abrazo entre amigas
Abrazo entre amigas | Freepik

Cómo superar el fin de una amistad

Superar la pérdida de un amigo puede vivirse como un duelo. Algunas recomendaciones son las siguientes:

  • Permitir la tristeza: negar el dolor lo hace más intenso. Está bien llorar y expresar las emociones por la pérdida de un amigo. Validar nuestras emociones es fundamental para una autoestima sana.
  • Reflexionar sobre el vínculo: es importante plantearnos preguntas como: ¿qué aportaba esa amistad?, ¿qué aprendiste?, ¿qué necesitas ahora?
  • Cerrar sin rencor (si es posible): aunque no haya reconciliación, es relevante intentar no quedarse atrapado en la rabia, ya que esta actitud nos limita nuestra propia libertad.
  • Abrirse a nuevas amistades: tener amigos es importante y desde luego que ninguna persona reemplaza a otra, pero sí pueden aportar compañía y apoyo en nuevas etapas.

En conclusión, las amistades verdaderas no siempre son eternas, aunque nos guste pensarlo. Algunas se rompen definitivamente, otras se transforman y algunas regresan con más fuerza tras un tiempo de silencio. Lo importante es entender que perder un amigo también forma parte de la vida, que podemos aprender de esa experiencia y que siempre hay espacio para construir nuevos vínculos significativos.

También es importante aceptar el dolor que puede ocasionar una pérdida como esa y aprender a reconciliarnos con esa pérdida o incluso con nosotros mismos hasta abrirnos a nuevas amistades y descubrir otras partes de nuestra propia identidad.

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