En las últimas décadas se han sucedido novedades tecnológicas que se quedaron por el camino. Otras, en cambio, han resistido muy bien el paso del tiempo desde aquél lejano 1975 en que Sony revolucionaba los hogares del planeta con sus Betamax. Sin embargo, sus planes se torcieron un año después cuando varios fabricantes lanzaron el formato VHS, incompatible con el primero. Durante un tiempo nos angustió la temible pregunta sobre qué soporte comprar y utilizar.
¿Mejor las cintas Beta o las VHS? El primer sistema proporcionaba más calidad de imagen, mientras que el segundo aseguraba una mayor duración. La balanza la inclinó el hecho que las cintas Beta solo valían para un fabricante, mientras que VHS era tecnología compartida. Y así fue como el pionero se batió en retirada de videoclubs y hogares, aunque siguió fabricándose para nostálgicos hasta su actual certificado de defunción.
Y es que la historia de la tecnología está plagada de grandes burbujas. Por ejemplo, el sucesor de las cintas magnéticas iba a ser el laserdisc, que según nació fue desbordado por CDs y DVDs. También se decía que el mayor hallazgo de la fotografía instantánea se llamaría Polaroid, y hoy es poco más que un curioso objeto de museo.
O la fiebre de los mp3 y mp4, que en un abrir y cerrar de ojos se convirtieron en antiguallas al llegar los teléfonos inteligentes, los smartphones, con música y video en alta calidad, cámara de fotos, conexión a internet y, además, posibilidad de hacer llamadas telefónicas.
Pero también hay ilustres vencedores. El casette de audio reinó durante años hasta que nuestro mundo se hizo digital. O el heroico vinilo, dado por muerto mil veces y del que hoy se siguen fabricando millones de unidades en todo el mundo. Tan solo en España en la última década la venta de vinilos se ha multiplicado por 20.
