Policía Nacional
Pone la piel de gallina: así dan su último adiós los agentes de la Policía Nacional de Cádiz a su jefe reciente fallecido
Guillermo Hahn, de 66 años, fallecía el pasado martes en su domicilio. Sus compañeros escoltan por las calles de la ciudad el féretro para honrar su legado.
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“Para ser insustituible, siempre debes ser diferente”. Esta frase sobre liderazgo la pronunció nada menos que Coco Chanel, icono de la moda del Siglo XX. Con esa máxima en la cabeza daban el último adiós los compañeros de la Policía Nacional de Cádiz a Guillermo Hahn, el que fuera inspector jefe de la Brigada de Seguridad Ciudadana en su última etapa en el cuerpo. En la ciudad de la tacita de plata quedó destinado por muchos años. Hahn fallecía el pasado martes en su domicilio y este jueves le despidieron sus seres queridos. Entre ellos, todos los que estuvieron bajo su mando, que quisieron dedicarle un sentido homenaje escoltando el féretro en la comitiva fúnebre por las calles de Cádiz. Lo hicieron circulando con decenas de motos y coches policiales con sus luces azules de emergencia activadas.
“No hay palabras para agradecer su compromiso y testimonio personal que nos ha transmitido a lo largo de su vida. Su legado perdurará en el tiempo y continuará con nosotros por su destacada labor en la Policía Nacional y su abnegada dedicación y entrega con la que se ganó el cariño y admiración de todos los compañeros de la Policía Nacional”, reza el emotivo comunicado que le han dedicado. Andrés Bragado, que fuera compañero suyo, recuerda que Hahn residía en los años 80 “en lo peor de ETA en el País Vasco”, pero a finales de esa década lo mandaron a Cádiz.
Directo, profesional y con sentido del humor
Bragado rememora lo buen compañero que era: “Si tenía que dar órdenes con contundencia, lo hacía, era un mando y lo ejercía, pero tenía unas dotes de liderazgo que le hacían cercano, empático y asertivo”. El homenajeado tenía 66 años, ya estaba jubilado, pero su salud se había resentido por una enfermedad algunos años atrás. Decidió desde entonces estar junto a su familia. Todos los que fueron en esa comitiva, como su amigo y compañero Bragado, saben que era un jefe muy metódico, de ideas claras, pero también con un gran sentido del humor: “Le encontraba la gracia a todo, sabía hacerte sentir bien”, recalca.
Otro hombre del cuerpo, el más cercano a él, Jorge Hernández, se deshace en halagos: “Defendía y luchaba hasta el límite a todo su equipo, siempre en defensa de la razón”. Para el momento de la emocionante comitiva, todos aunaron esfuerzos por dedicarle el mejor adiós: “Ayer uno de los policías más veteranos no pudo ir al sepelio, por estar en faena, y no sabía cómo ayudar, así que decidió adelantar su entrada y lavar todos los coches que se iban a utilizar en la caravana; otros policías más jóvenes lo vieron le ayudaron a hacerlo. Terminaron los coches lavados y algunos policías se lanzaron agua, así que el más veterano les dijo que era el mejor regalo que le podrían dar a Guillermo que este momento, porque él era el primero que habría empezado la broma. Nos arrastraba a todos y nos implicaba en el objetivo.” Y concluye emocionado: “Una lástima su pérdida, que se haya ido tan pronto; espero que el día que me toque a mí hacer el viaje que él ha tenido que hacer esté junto con mis padres, esperándome para llevarme, como tantas otras veces, a puerto seguro.”
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Su legado seguirá perenne en la que dicen es la ciudad más antigua de Occidente. Descanse en paz.
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