Medicina
Los pacientes de esta médica de familia en A Coruña la despiden por todo lo alto: "No íbamos al médico, íbamos a Rosa"
Después de 35 años, los pacientes de Rosa Rodríguez la han despedido emocionados con un ramo y un libro de dedicatorias. De ella destacan su cercanía, dedicación y compromiso con ellos.

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Lo que ocurrió este miércoles en el centro de salud de Adormideiras no se le va a olvidar a sus pacientes, trabajadores y especialmente a la que hoy le ha dicho adiós. Rosa Rodríguez lleva 35 años de médica de familia en este centro de salud coruñés y este miércoles colgaba la bata y guardaba el fonendo. Pensaba terminar su jornada, despedirse de sus compañeros tranquilamente e irse definitivamente del centro. Pero, tras 35 años de dedicación, sus pacientes quisieron despedirla por lo alto.
"No me siento merecedora de tanto cariño", cuenta la doctora Rosa Rodríguez. "Estoy abrumada por el cariño, la gratitud y la consideración de mis pacientes", sigue. "No me imaginaba que me hiciesen nada", sentencia.
Una despedida muy bien organizada
Fue Gonzalo Manuel Castaño el organizador principal de esta sorpresa. Para ello contó con la ayuda imprescindible de la enfermera que trabaja mano a mano con Rosa, Gema. "Fue difícil guardar el secreto y también organizar todo porque no se podían poner carteles avisando del acto de despedida", explica Castaño. Su modus operandi se centró en preguntarle a los vecinos y conocidos que acudían a su mismo centro de salud si Rosa era su médica. Si lo era, los citaba para el miércoles 14 a las 13:00 horas.
Gonzalo se emociona hablando de Rosa: "Lleva 30 años siendo mi médica, así que en mi casa no se dice que vamos al médico, sino que decimos que vamos a Rosa". Resalta de ella su familiaridad, su cariño e implicación con sus pacientes. "Si tenías cita a las once de la mañana, tenías que saber que ibas a entrar a las doce", explica Castaño, que añade: "Pero si entrabas a las doce salías a la una, ya que también estaba contigo todo el tiempo que necesitases para resolver tu problema". "Se desvivía por sus pacientes", sentencia, "no hay palabras para Rosa".
De hecho, a Rosa más de un paciente la ha visto salir del centro médico a las ocho de la tarde, después de haber entrado a trabajar y pasar consulta desde las ocho de la mañana. De nuevo, resaltan de ella su cariño y complicidad, que demostró con sus visitas a ingresos de sus pacientes fuera de su horario laboral, sus visitas domiciliarias y su cercana atención.
Así que no era para menos el motivo de su acogedora despedida. Sus pacientes la esperaron a su salida con aplausos, cánticos de "no hay otra como Rosa", lloros de emoción y unos regalos para que no se olvide de ellos: un ramo de rosas (como no podía ser de otro modo), un libro de dedicatorias de sus pacientes y un poema escrito por Castaño.
35 años de pasión
Rosa Rodríguez es una fiel defensora de la medicina de familia. "Otra gente quiere cambios y no es capaz de estar tantos años en la misma especialidad o el mismo centro, yo no", cuenta. Después de 35 años, Rosa cuenta que vio pasar niños que venían con sus padres y ahora son ellos mismos padres y, además, algunos de esos pequeños que iban a su consulta acabaron haciendo la carrera de medicina y se formaron como médicos residentes en su mismo centro médico. Incluso tuvo un médico residente que es hijo de una mujer que hizo también la residencia con Rosa. Tantos años dan para mucho.
"Esto es lo que le da sentido a la medicina de familia", cuenta Rosa. El hecho de ser médico de una familia durante tantas décadas es lo que le llena.
Ella cree que nunca será capaz de agradecerles a sus pacientes todo el cariño. Ellos tampoco, aunque ayer le hicieron saber que la echarán mucho de menos.
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