UCI pediátrica

La 'ladrona de besos' de la planta de pediatría del Hospital de Salamanca

Por problemas familiares, sus padres no pudieron hacerse cargo de esta niña que padece una enfermedad crónica y que ahora es la 'hija' de la UCI de Salamanca.

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No hay celador, enfermera, médico o estudiante en prácticas de la UCI pediátrica del Hospital de Salamanca que no haya pasado por su habitación, una aséptica habitación de hospital que ellos se esfuerzan en que no lo parezca. Allí llegó con unos pocos meses de vida, y allí sigue. Sus cuidadores son los profesionales sanitarios de este centro donde aguardan entre la pena y la alegría que logre encontrar una familia.

De ella no nos pueden contar muchas cosas por privacidad, pero sí las suficientes como para saber que su corta vida no está siendo fácil. Con una enfermedad crónica de nacimiento lleva sin poder abandonar la Unidad de Cuidados Intensivos desde que llegó a la planta segunda del Hospital de Salamanca, donde atienden este tipo de pacientes. De eso hace ya muchos meses.

La tutela de este bebé está en manos de la Junta de Castilla y León. A efectos legales su familia es la Administración. Pero si hablamos de besos y mimos, de eso se han encargado los profesionales sanitarios que han caído rendidos a su sonrisa. Y por eso tratan de cubrir todas las carencias que pueda tener.

"Al principio era un paciente más. Cuando los niños pasan mucho tiempo en la UCI les coges mucho cariño, y más en su circunstancia sin una familia que la cuide", explica Pilar Sánchez, una de las enfermeras de la planta.

Hasta tal punto se han implicado con ella que dedican tiempo fuera de su horario de trabajo para cuidarla. Lo explica Vega Murga, una de las pediatras de la UCI pediátrica. "Muchos tienen hijos y todos la conocen. Hemos tratado de buscar que ella haga lo que hace cualquier niño en la medida que podemos. Por ejemplo, tratamos de sacarla de paseo todos los días".

Ellos se han encargado de traer ropa, juguetes, un cochecito, incluso han construido un pequeño armario donde guardan sus pertenencias. Toda su vida, hasta que esté preparada para irse con una familia de acogida que sea capaz de cuidar de ella y de darle todas las atenciones que requiere.

Es por eso que todos los sanitarios de esta planta saben que la despedida, cuando llegue, será agridulce. Su nueva vida lejos del hospital está cada vez más cerca. Pero mientras eso llega, su gran familia de batas blancas sigue cuidando de ella día y noche.

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