En los Instantes previos al juicio, Rosario Porto se halla en la parte delantera, y visiblemente afectada, cruza palabras con su abogado, que le da los últimos consejos antes de la declaración. Luego, toquetea un paquete de pañuelos. Su exmarido, Alfonso Basterra, también dialoga con su abogada, aunque está aparentemente más tranquilo en la segunda fila.
Basterra ha cambiado radicalmente su vestuario después de la sesión del miercoles, y así “puede intentar parecer, como ella, una persona más afligida, y contagiar las sensaciones de aflicción y abatimiento mucho mejor al jurado”, señala José Luis Martín Ovejero, experto en comunicación de “Behaviour and Law”.
Rosario Porto es la primera en declarar. Comienza el interrogatorio y repite sistemáticamente una serie de gestos y actitudes. Algo difícil de ensayar. En ocasiones, se muestra más relajada y gesticula sobre todo cuando habla de su vida. Otras veces, su postura es más contraída, mostrando tensión especialemente hablando de cuestiones delicadas y de Asunta.
“Cuando se le preguntan temas más comprometidos, hace lo que llamaríamos efecto estatua. Se congela, cruza las manos escondiéndolas debajo de los brazos”, dice el experto Martín Ovejero.
Miradas hacia el suelo al hablar de su hija y movimientos en la silla son la tónica general. Una situación muy complicada y en la que el cuerpo, en ocasiones, va más allá de las palabras.
