Avances del párkinson
Esperanza para el párkinson: un paciente recupera su vida normal tras una compleja cirugía cerebral en Barcelona
Un paciente venezolano de 72 años con párkinson avanzado y trasplante renal ha logrado recuperar su independencia gracias a la estimulación cerebral profunda

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¿Qué ocurre cuando un paciente con párkinson avanzado y múltiples riesgos médicos recupera su vida normal tras una cirugía que parecía imposible? Es el caso de Sergio Tarrech, un venezolano de 72 años trasplantado renal e inmunosuprimido, que fue rechazado por centros de Estados Unidos por su perfil clínico, pero que logró recuperar su vida gracias a una intervención pionera en el Instituto Clavel de Barcelona. "Darme vueltas en la cama ya era toda una tarea y caminar también. Ahora estoy llevando una vida completamente normal", dice el paciente. La cirugía, liderada por el doctor Gabriel Salazar, consistió en una estimulación cerebral profunda (ECP) del núcleo subtalámico.
La estimulación cerebral profunda, una esperanza real
La estimulación cerebral profunda (ECP) no es una cura para el párkinson, pero se ha consolidado como una de las herramientas más eficaces para mejorar la calidad de vida de pacientes en fases avanzadas que ya no responden adecuadamente a la medicación. Esta técnica permite controlar los síntomas motores más incapacitantes, como la rigidez, el temblor o la lentitud de movimientos, y reducir la fluctuación entre los periodos “on” y “off”.
Los llamados periodos “on” son aquellos en los que la medicación hace efecto, aunque a veces con movimientos involuntarios no deseados. Los “off”, en cambio, son momentos en los que el fármaco deja de hacer efecto y el paciente pierde casi por completo su autonomía. “Este paciente, por ejemplo, tenía un 60% del tiempo en off, donde necesitaba ayuda para todo, y en on sufría movimientos anormales terribles”, explica el doctor Gabriel Salazar, neurólogo del Instituto Clavel.
La ECP consiste en implantar unos electrodos en áreas muy concretas del cerebro, como el núcleo subtalámico, que juegan un papel esencial en el control motor. Estos electrodos se conectan a un neuroestimulador, una especie de “marcapasos cerebral”, que se implanta bajo la piel y envía impulsos eléctricos al cerebro, regulando así su actividad.
Del rechazo clínico a la recuperación total
“La cirugía en este caso fue especialmente difícil porque el paciente tenía una malformación arteriovenosa que dificultaba el acceso”, detalla Salazar. “Logramos hacer una estrategia de abordaje superespecial que nos permitió llegar al núcleo subtalámico de forma exquisita y precisa”. El resultado es una regulación mucho más estable de los síntomas motores, con menos dependencia de la medicación y menos efectos secundarios. Pero Salazar advierte: “No es una solución automática. Es una intervención muy personalizada, que requiere una planificación quirúrgica compleja, un seguimiento estrecho y una rehabilitación adaptada para que el paciente pueda obtener el máximo beneficio”.
En el caso de Sergio Tarrech, la respuesta ha sido óptima: ha recuperado completamente su autonomía y ha vuelto a llevar una vida activa. Ha recuperado la movilidad, puede caminar con normalidad, dormir sin dificultad y ha retomado actividades que había abandonado por la enfermedad. Pero, como recuerda su neurólogo, “esto solo es posible con un enfoque integral que combine tecnología, experiencia clínica y seguimiento continuado”. “No te das cuenta de lo mal que estás hasta que mejoras”, cuenta el propio Tarrech por videollamada desde su casa. “Pasé de depender de otros para moverme, a tener ganas de vivir cada día con energía. Si lo hubiera sabido, lo habría hecho antes”, confiesa.
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