Dietas milagro

El ayuno intermitente, la dieta que arrasa en redes pero que se tambalea en el laboratorio

La popular práctica de adelgazamiento podría tener efectos negativos para la salud.

Imagen de stock

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En redes sociales, libros de autoayuda y programas de televisión, el ayuno intermitente se presenta como la solución mágica para perder peso, rejuvenecer e incluso alargar la vida. Cientos de influencers, gurús de la nutrición y celebridades lo promocionan como si se tratara de una fórmula infalible. Sin embargo, si se profundiza más allá del discurso de moda, la realidad es bastante más compleja: la evidencia científica que respalda estos supuestos beneficios es todavía escasa y, en algunos casos, inexistente. Y, lo que es más preocupante, el ayuno intermitente no está exento de riesgos ni es adecuado para todas las personas.

Una dieta convertida en tendencia

El concepto es sencillo: no se trata de qué comer, sino de cuándo. No es una dieta en si misma, sino una manera de organizar cuando comer. Los protocolos más populares son el 16:8 (16 horas de ayuno y 8 de alimentación) y el 5:2 (cinco días de alimentación normal y dos días con restricción calórica severa).

La popularidad del ayuno intermitente ha crecido exponencialmente en la última década. En apenas segundos, podemos encontrar en internet miles de estrategias que involucren esta práctica, desde planes “milagro” hasta aplicaciones móviles que ayudan a controlar las horas sin comer. De esta manera, el mercado ha encontrado un filón: libros que se venden como best-sellers, cursos online, consultorías y hasta influencers que comparten su “rutina de ayuno” como si fuera un estilo de vida aspiracional.

Sin embargo, este tipo de práctica carece del consenso de la comunidad científica y algunos aseguran que realizar estas prácticas (más aún sin el control de un especialista) puede tener efectos negativos en nuestra salud.

¿Qué dice la ciencia realmente?

"A la gente le parece más cómodo que otras dietas más tradicionales porque no se necesita un recuento exhaustivo de calorías ni se prohíben ciertos tipos de alimentos", señala Marta Martínez, nutricionista de la Fundación Española de Nutrición (FEN).

"Hay estudios en pacientes con obesidad en los que se han visto efectos a corto plazo de pérdida de peso, pero a largo plazo la efectividad es similar a una dieta hipocalórica convencional", señala Martínez. "Además, los beneficios de este régimen se deben más a una restricción calórica que al patrón de ayuno en sí".

Es decir, el factor clave no es el horario de comidas, ni cuanto tiempo esté ayunando, sino la reducción de calorías totales que ingiere a lo largo del día. Por otro lado, pese al entusiasmo mediático, los estudios que se han realizado sobre ayuno intermitente arrojan resultados mucho más modestos de lo que prometen sus defensores.

"Puede ayudar con la pérdida de peso y la grasa, además de mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la inflamación, pero la evidencia es limitada", comenta Marta Martínez. La mayoría de los estudios han sido realizados en animales o en grupos pequeños de personas, con metodologías muy heterogéneas, lo que hace difícil extraer conclusiones sólidas. "No existe un consenso científico acerca de este régimen, pero siempre debe hacerse bajo supervisión de un profesional y nunca en grupos vulnerables", añade.

Los riesgos que no cuentan las redes sociales

Más allá de su cuestionable eficacia, el ayuno intermitente puede tener efectos adversos, especialmente si se aplica sin supervisión profesional. Es el caso de, por ejemplo, trastornos de la conducta alimentaria: en personas predispuestas, el ayuno puede favorecer atracones durante las horas de ingesta o generar una relación obsesiva con la comida. "También pueden producirse recaídas en trastornos como la bulimia o la anorexia", señalan desde la FEN.

Además, existen riesgos para aquellas personas que se consideran población vulnerable: diabéticos, personas con problemas de tiroides, embarazadas, niños y adolescentes no deberían practicarlo sin supervisión médica. "En niños y adolescentes compromete su crecimiento y puede llevar a producir hipotermia (falta de temperatura) e hipoxia (falta de oxígeno)", señala la experta.

"Esta dieta afecta directamente a órganos que necesitan proteína, por lo que las personas con enfermedades cardíacas o renales son grupos de riesgo. También puede producir fatiga o alteraciones hormonales, sobre todo en mujeres embarazadas o que tengan menopausia, y en personas mayores favorece la sarcopenia. Cada persona es un mundo, todo depende de su genética, metabolismo y composición corporal", añade Martínez.

¿Por qué engancha tanto la idea del ayuno?

Si la ciencia no lo respalda de manera contundente, ¿por qué millones de personas se suman a esta tendencia? La respuesta está en la psicología y el marketing. El ayuno intermitente ofrece una promesa clara y sencilla en un mundo lleno de dietas complejas: solo hay que mirar el reloj. No obliga a contar calorías ni a eliminar grupos de alimentos por completo. Además, encaja perfectamente en el discurso del “biohacking” y la búsqueda de la inmediatez que tanto seduce a las generaciones más jóvenes.

"Hay estudios, pero sobre todo a corto plazo. Muchas personas pueden perder peso rápido y sin contraindicaciones, pero no está demostrado que a largo plazo sirva para todo el mundo, por eso es importante la supervisión de un profesional, porque en personas con algún tipo de enfermedad no es conveniente", asevera la nutricionista. Las falsas promesas de obtener resultados lo antes posible y las redes sociales hacen el resto, con imágenes de celebridades mostrando abdominales asegurando que es fruto de su plan de alimentación o entrenamiento generan un efecto aspiracional inmediato.

La verdadera clave: una alimentación equilibrada

A pesar de las críticas, el ayuno intermitente puede tener un papel positivo en ciertos contextos. Personas con horarios caóticos encuentran en el ayuno una manera de estructurar su alimentación. Otros logran reducir el picoteo constante y, con ello, mejorar su control de peso. "En personas con obesidad podría ser beneficioso, siempre y cuando lo indique un nutricionista", afirma Marta Martínez, que además añade que "lo que de verdad va a mejorar tu calidad de vida a largo plazo es una alimentación saludable. Que significa alimentación equilibrada, variada, moderada, además de segura, sostenible y social. Siguiendo una dieta mediterránea acompañada de buenos hábitos de vida y de ejercicio regular".

El ayuno intermitente se ha convertido en un fenómeno global, pero su permanencia dependerá de dos factores: que las investigaciones científicas futuras confirmen o refuten sus beneficios, y que los consumidores mantengan el interés en un método que, aunque atractivo en teoría, resulta difícil de sostener a largo plazo. Por ahora, la moda del ayuno se alimenta más de expectativas que de evidencias. Y como toda tendencia dietética, corre el riesgo de desinflarse cuando los resultados no cumplen las promesas.

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