Los nuevos casos en Asia son en su mayoría importados y se identifican por las cámaras termosensibles de los aeropuertos.
Singapur ha experimentado un repunte de más de 50 casos por día en las dos últimas semanas. Su primer ministro ha anunciado controles draconianos para frenar el patógeno. Los lugares de trabajo, excepto los servicios esenciales y los sectores económicos clave, se cierran a partir del próximo martes, y al día siguiente será el turno de las escuelas. Todo eso durante un mes, pero sin llegar a imponer un estricto confinamiento para la población.
Hong Kong, que venía registrando menos de 10 casos nuevos por día, ha experimentado un repunte de 65 casos en un solo día, por lo que ha decidido cerrar todos los bares durante dos semanas.
Tailandia impone un toque de queda nocturno en todo el país a partir de este viernes. Es su última medida para contener la propagación del patógeno. Violar esta prohibición se castiga con multas y penas de cárcel de hasta dos años. La población puede salir durante el día pero con la obligación de respetar el distanciamiento social.
Japón tardó dos meses en alcanzar los 1.000 casos, pero sólo le ha llevado once días llegar a los 2000. El país empezó poniendo en cuarentena a los recién llegados pero a partir de ahora, contra el reingreso de la infección, prohíbe la entrada a los viajeros procedentes de Europa y estudia incluir también a Estados Unidos.
China, Taiwán y Corea del Sur han sellado sus fronteras para los extranjeros de casi todo el mundo. Sus propios ciudadanos tienen problemas para regresar a su país y los que finalmente regresan quedan bajo vigilancia estricta mientras cumplen la cuarentena forzosa.
