El aeropuerto de Madrid-Barajas cuenta con más de 90 kilómetros continuos de galerías. Su función principal es conducir el cableado con el que se iluminan las terminales y las pistas para que puedan aterrizar los aviones.
También hay cables que sirven para que los distintos edificios del aeropuerto estén comunicados. Si se estirara todo este cableado alcanzaría los 12.000 kilómetros, suficientes para dar la vuelta al mundo.
Bajo tierra, están excavadas las primeras galerías, construídas con tuneladoras o por módulos más tarde. Una de las más especiales es la más antigua de Barajas. La construyeron en 1950, justo debajo de la pista 1533, una de las primeras pavimentadas en este aeropuerto.
Entonces esa pista medía 1400 metros y apenas medio millón de pasajeros pasaban al año por Barajas. En la actualidad son cerca de cincuenta millones pero la utilidad de lo que hay debajo apenas ha cambiado.