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El país nórdico propone 18 rutas escénicas entre fiordos, montañas y glaciares

Diseño y paisajes entre fiordos: así son las carreteras panorámicas de Noruega

En Noruega, cuando quieren hacer un mirador acaban haciendo una obra de arte. De esa forma, el viajero no sólo se detendrá allí para ver el paisaje desde el mirador, sino también para contemplar el propio mirador. Y lo mismo pasa con las áreas de descanso, los baños... La arquitectura y el diseño noruegos, tan de moda, han invadido las carreteras más espectaculares de este país de montañas, fiordos, lagos y coloridas casas de madera. Noruega ha diseñado 18 rutas panorámicas por todo el país. Recorremos ahora dos de ellas.

Resulta imposible viajar por Noruega y no tropezarse con ellos. Los trolls, esos esquivos seres sobrenaturales de largas narices que habitan bosques, lagos, fiordos o cascadas, y que forman parte de la tradición cuentista del país. Pues bien, la carretera mundialmente más famosa de Noruega también lleva su nombre. Es la Trollstigen, la escalera de los trolls: una espectacular y estrecha pendiente con 15 curvas, once de ellas de 180 grados.

La mejor forma de apreciar el sinuoso trazado es el mirador de Trollstigen. Lo que hasta 2012 era sólo una roca más o menos plana, es ahora un ejemplo de diseño espectacular, una pasarela sobre el vacío a la que asomarse para sentir el vértigo de contemplar desde la montaña el inmenso valle que se abre por delante camino del fiordo de Romsdal. Bajo mis pies, un autobús que desde aquí parece una miniatura sube las famosas once curvas de Trollstigen.

Este tramo forma parte de la Ruta Panorámica Geiranger-Trollstigen, un recorrido de 104 kilómetros que llega hasta los 1038 metros sobre el nivel del mar y que incluye un transbordo en ferry para salvar un fiordo. Es la carretera 63. Y si la recorremos hacia el sur nos lleva hasta otro lugar que ha sido incluso escenario de cine: el fiordo Geiranger, reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Antes de bajar al fiordo por otro tramo en zig-zag con otras once cerradas curvas, hay que detenerse en Ornesvingen, un mirador desde el que apreciar el tramo final del fiordo. Allí aparece el pequeño pueblo de Geiranger, de apenas 200 habitantes dedicados prácticamente en exclusiva al turismo. Aquí, de su muelle, sale un pequeño barco para recorrer el fiordo entre sus altas paredes de roca en las que pueden verse algunas granjas abandonadas. Porque eso es un fiordo, una depresión del terreno invadida por el agua del mar y bordeado de verticales paredes de roca.

En el de Geiranger son famosas las cascadas que caen desde lo alto de los riscos. Llevan nombres evocadores, como la de "las siete hermanas" o la del "pretendiente" (situadas frente a frente) o la del "velo nupcial". En ocasiones el viento levanta el agua en lo más alto de las cascadas convirtiéndola en pequeñas nubes. El agua pulverizada y los rayos del sol hacen frecuentes los arco iris que salen desde la misma superficie del fiordo.

Pero la cascada que más miradas atrae es en la que, dependiendo del caudal que lleve, es claramente visible en la roca la silueta de una botella con el singular diseño del vodka Absolut. La audioguía explica que los responsables de la empresa sueca de este licor se inspiraron en esta cascada para una de sus etiquetas.

El de Geiranger es el fiordo que protagoniza la película "The wave" ("La ola"). La había visto en una somnolienta tarde de domingo: es una película de catástrofes en la que la caída de una de las paredes del fiordo provoca una enorme ola que lo arrasa todo, incluyendo el Hotel Geiranger en el que me alojo. Lo sorprendente es cuando llegas aquí y te enteras de que parte de la pared de una montaña está en movimiento y se sabe que algún día, dentro de 50 años o de 500, quién sabe, caerá y provocará la enorme ola. La montaña está monitorizada para saberlo con tiempo suficiente para evacuar el fiordo.

Algo más al norte recorro otra de estas rutas panorámicas de asfalto, la llamada "carretera del Atlántico" ("Atlanterhavsvegen"). Abierta en 1989 y situada en la boca del fiordo de Kvernes, prácticamente ya sobre el océano, sus 36 kilómetros saltan entre 17 islotes y tierra firme gracias a ocho puentes. El más largo, y también el más famoso de ellos, es el de Storseisundbrua.

La silueta retorcida del puente de Storseinsund es claramente reconocible. Desde el nivel del mar se eleva de repente hasta 23 metros para permitir el paso de la navegación. La perspectiva desde uno de sus lados llevó a un periódico británico a llamarlo "carretera a ninguna parte": parece que el puente se corta de forma brusca y por delante sólo quedaría un precipicio. Por supuesto, los noruegos han previsto sendas pasarelas a ambos lados del puente para contemplarlo. La de Eldhusoya, además de ser un agradable paseo junto al mar, es la que ofrece esa perspectiva fotogénica de carretera a ninguna parte.

Uno de los extremos de la carretera del Atlántico es el pequeño pueblo pesquero de Bud. Sus coloridas casas de madera junto al océano, la batería de costa levantada aquí por los nazis en 1949, durante la ocupación alemana, del que se conservan búnkeres y dormitorios ocultos en una colina, y la gastronomía son algunos de los motivos para detenerse en Bud.

También desde la carretera del Atlántico, muy cerca del Storseinsund, se puede acceder en lancha a una isla-hotel, el Halhomen Havstuer. Lo que era un poblado de pescadores de bacalao ha reconvertido sus almacenes y casas de madera en un establecimiento hotelero de 48 habitaciones con un apetecible restaurante. Un fantástico lugar en el que desconectar, sentir la tranquilidad y sentarse en uno de sus bancos con vistas al infinito azul del mar noruego para poner fin a la ruta.

DATOS PRÁCTICOS PARA EL VIAJE: La compañía Norwegian ofrece varios vuelos directos a la semana desde Madrid a Bergen, una de las ciudades desde la que se puede acceder a estas dos rutas panorámicas por el oeste de Noruega. Por supuesto es necesario un vehículo propio para recorrer estas rutas y poder detenerse en los lugares que llamarán tu atención. En invierno conviene informarse antes: algunos tramos de la carretera Geiranger-Trollstigen pueden estar cerrados.

En Norwegian Scenic Routes está toda la información sobre las 18 rutas panorámicas de Noruega. En Turismo de Noruega hay, además, información para viajar a Noruega. Para las dos rutas propuestas en este reportaje se puede hacer noche en hoteles de Geiranger (Hotel Geiranger), Andalsnes (Grand Hotel Bellevue) y Molde (Thon Hotel Moldefjord). Molde tiene aeropuerto con vuelos a España vía Oslo.

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