Imagen de archivo de un asteroide pasando sobre la Tierra

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SEGÚN UN ESTUDIO

Restos de diamante detectados en un meteorito revelan trazas de un antiguo planeta del Sistema Solar

Un telescopio de la NASA detectó el asteroide 2008 TC3, un objeto que se desintegró al entrar en la atmósfera terrestre. Ahora se ha descubierto que los fragmentos recuperados contienen trazas de diamante que debieron formarse a presiones por encima de los 20 gigapascales, lo que indica que formaron parte de un cuerpo de un tamaño entre el de Mercurio y Marte.

Restos de diamante detectados en fragmentos del meteorito Almahata Sitta, que cayó a la Tierra en el desierto de Nubia (Sudán) en 2008, revelan que el bólido pudo formar parte de un antiguo planeta del Sistema Solar ya desaparecido, según un estudio que publica la revista Nature Communications.

Un grupo de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) ha analizado pequeñas inserciones de cristal en algunos de los ureilitos que se recuperaron hace diez años en Sudán, una clase singular de meteorito rocoso con una composición poco frecuente.

Un telescopio de la NASA situado en Arizona (Estados Unidos) detectó en octubre de 2008 el asteroide 2008 TC3, un objeto de unos cuatro metros de diámetro que se desintegró al entrar en la atmósfera terrestre, a unos 37 kilómetros de altura. Los fragmentos recuperados, bautizados de forma colectiva como Almahata Sitta -Estación Seis en lengua local, en referencia a una estación de tren cercana al lugar del impacto- han sido objeto de estudio desde entonces.

A partir de los datos obtenidos con un microscopio electrónico de transmisión, los investigadores suizos han concluido ahora que algunas de esas rocas contienen trazas de diamante que debieron formarse a presiones por encima de los 20 gigapascales.

Eso indica que los fragmentos formaron parte en algún momento de un cuerpo de un tamaño entre el de Mercurio y Marte, lo que encaja con las características de los protoplanetas que según los modelos astronómicos formaban el Sistema Solar en sus primeros diez millones de años de existencia. Sus resultados aportan la que puede ser la primera evidencia física de la existencia de esos antiguos planetas embrionarios, según subraya la revista Nature Communications.

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