Enamoramiento

¿Existen los flechazos? La ciencia dispara al amor y ofrece una teoría sobre cómo elegimos a nuestra media naranja

Elegimos libremente a nuestra pareja o hay fuerzas innatas que nos hacen decantarnos por unas personas y descartar a otras. A continuación te hablamos de cómo influye el razonamiento autoesencialista en el amor.

Imagen de un corazón formado por dos manos

Imagen de un corazón formado por dos manosPexels

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¿Existe la media naranja? ¿Qué hace que de pronto y sin previo aviso se nos despierten por dentro las cosquillas del amor? Hay muy poco escrito sobre esto de los sentimientos pero ¿qué pensarías si pudiese haber una fórmula científica con la que comprender el mecanismo del corazón? Un estudio de la Universidad de Boston apunta al razonamiento autoesencialista como posible clave.

¿Qué es el razonamiento autoesencialista? Los investigadores trabajaron la premisa de que la "similitud genera atracción en dos pasos: las personas categorizan a alguien con un atributo compartido como una persona como yo en base a la creencia autoesencialista de que los atributos de uno son causados ​​por una esencia subyacente y luego aplican su esencia al individuo similar para inferir acuerdo sobre el mundo en general".

Trasladada la teoría a la práctica es fácil entender que la mayoría de personas se sienten atraídas por otras con las que tienen intereses comunes. La Asociación Americana de Psicología explica que "a menudo nos sentimos atraídos por otras personas con las que compartimos un interés, pero esa atracción puede estar basada en la creencia errónea de que dichos intereses compartidos reflejan una similitud más profunda y fundamental, una esencia".

Charles Chu autor principal del estudio lo concretó más asegurando "que nos gusta alguien que está de acuerdo con nosotros en un tema político, comparte nuestras preferencias musicales o simplemente se ríe de lo mismo que nosotros, no solo por esas similitudes, sino porque esas similitudes sugieren algo más: esta persona es , en esencia, como yo, y como tales, comparten mi visión del mundo en general".

El 'yo' y la 'identidad individual' son dos factores primordiales para el razonamiento autoesencialista. Chu insiste: "Esencializarme es definir quién soy por un conjunto de propiedades arraigadas e inmutables" por lo que un autoesencialista "creería que lo que otros pueden ver sobre nosotros y la forma en que nos comportamos es causado por una esencia tan inmutable".

Sin embargo, no hay que dejar de lado el conocimiento que se tiene hasta la fecha y es que si hay algo que seguro influye en esto del amor son las hormonas que son las responsables de sentir lo que uno siente, eso sí con el matiz de que su influencia es en el cerebro y no en el corazón.

¿Y qué hormonas son las que influyen en esto del amor?

La oxitocina también llamada 'hormona del amor' que promueve el apego hacia otra persona, la testosterona que activa el deseo sexual, la dopamina y las endorfinas que son las que hacen que en nuestro estómago vuelen mariposas.

Los 4 experimentos realizados

Para llegar a conclusiones los autores realizaron 4 experimentos. En uno de ellos se preguntó a 954 participantes su posición sobre uno de estos 5 temas sociales asignados al azar "aborto, pena capital, posesión de armas, experimentación con animales o suicidio asistido por un médico". El segundo paso de la prueba consistió en que una mitad leyó sobre una persona que estaba de acuerdo con su posición y la otra mitad sobre otra persona que no estaba de acuerdo.

Todos los participantes completaron un cuestionario sobre cuánto creían que compartían y su nivel de atracción interpersonal hacia la persona ficticia que les habían asignado.

Los investigadores encontraron que los participantes que obtuvieron una puntuación alta en autoesencialismo tenían más probabilidades de expresar una atracción por el individuo ficticio que estaba de acuerdo con su posición.

Un experimento parecido se realizó con 464 participantes sobre un tema nada crucial a diferencia de los 5 anteriores. En este caso se les pidió contar puntos azules en unas diapositivas para ver la propensión de los participantes a sobrestimar o subestimar una cantidad de puntos. Los autores indican que "la creencia en un yo esencial llevó a las personas a asumir que una sola dimensión de similitud era indicativa de ver el mundo entero de la misma manera, lo que conducía a una mayor atracción".

La tercera prueba es de 423 participantes se les mostraron 8 pares de pinturas y se les preguntó cuál preferían de cada par, según lo que fueron contestando a los participantes se les identificó como fans de Paul Klee o de Wassily Kandinsky. Luego a la mitad de cada grupo se les dijo que la preferencia artística era parte de su esencia y a la otra mitad que no tenían relación. Todos fueron expuestos a dos personas ficticias una que tenía la misma preferencia artística y otro que era distinta. Aquellos a los que se les dijo que existía preferencias artísticas estaban conectadas con su esencia fueron significativamente más propensos a expresar una atracción por una persona ficticia.

El cuarto y último experimento reunió a 449 participantes clasificados como fanáticos de uno de los dos artistas y luego les presentó información sobre si usar la propia esencia era útil o no para percibir a otras personas. Con este planteamiento a un tercio de los participantes se les dijo que el pensamiento esencialista podría dar lugar a impresiones inexactas de los demás y a otro tercio impresiones precisas y al resto no se le dio informaicón. El resultado era de esperar, el tercio que recibió la información de que eran precisas "tenían más probabilidades de informar atracción y compartir la realidad con individuos hipotéticos con preferencias artísticas similares".

Dicho todo esto ¿cómo nos enamoramos entonces? Según esta teoría sería el cerebro el primero en empezar a trabajar activando nuestra idea de identidad y después recogerían el guante la hormonas.

Entonces... ¿los polos opuestos no se atraen?

Daniel Gilbert, profesor de Harvard, hace ya años que defendió que los estudios científicos indicaban que nos sentimos atraídos por individuos que son similares a nosotros, aunque en ese momento este autor añadía que "es la apariencia física la determinante para la atracción romántica".

"La genética nos diseña para que seamos atractivos", defendió Gilbert para quien la genética es el área que explica cómo se transmite la herencia de generación en generación a través de los seres humanos, a los que denominó "vehículos temporales", inventados por el ADN "para transportarlo y hacer que las instrucciones genéticas de la vida permanezcan en el tiempo".

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