Coronavirus

Drew Weissman y Katalín Karikó, los científicos que salvaron miles de vidas gracias a la vacuna contra el covid

Empezaron a trabajar juntos hace más de 20 años. Modificaron el ARN mensajero y su descubrimiento permitió tener las vacunas contra la covid-19 en tiempo récord. Salvaron miles de vidas, pero llegar hasta aquí no fue fácil. Ahora su descubrimiento ha sido reconocido con el premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA. Un equipo de Antena 3 Noticias ha viajado hasta Filadelfia para hablar con ellos.

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Son las doce del mediodía en Filadelfia. El termómetro supera los 30 grados. Llegamos a uno de los edificios de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania. En una de las plantas más altas nos esperan dos científicos. Subimos, nos topamos con un cartel que dice: 'The Weissman Lab'. Seguimos y entramos en un laboratorio repleto de mesas y estanterías llenas de material. Mientras otros compañeros del equipo siguen con sus tareas, el doctor Drew Weissman nos recibe, caminamos por esos pasillos y nos cuenta que allí pasa buena parte de su tiempo. Y que muchas veces no lo hace solo, sino con su compañera, la bioquímica Katalin Karikó. Les estamos hablando de 'los padres de la vacuna' contra la covid-19.

Se conocieron hace 20 años, allá por los 90. Entonces, nos dicen, la única forma de leer artículos científicos era fotocopiándolos. Y así y ahí -en una fotocopiadora- arranca su historia. Iniciaron una conversación, él le dijo que estaba buscando desarrollar una vacuna, ese no era el objetivo de ella, pero pronto, empezaron a trabajar juntos, a investigar el ARN mensajero.

El primer problema llegó cuando vieron que era inflamatorio. “Cuando se lo dábamos a un ratón, este enfermaba”, explica Weissman. No cejaron en su empeño, siguieron, lo modificaron y dieron con la clave: “y no era inflamatorio”, concluye Karikó, era seguro.

Años después llegó una pandemia mundial: la covid-19. Y su descubrimiento hizo posible las vacunas para protegernos de esta enfermedad. “Mi sueño siempre había sido desarrollar algo que salvara la vida de las personas”, resume el doctor. Y juntos las salvaron. Miles de ellas. Gracias a sus, aproximadamente, 15 años de investigación con esta tecnología, estas dosis estaban listas en menos de un año.

No fue fácil conseguirlo. Al principio, cuentan, nadie estaba interesado en el ARN. Se encontraron con muchas trabas, una de las principales: las subvenciones, la financiación. “Si no tienes financiación, tienes dificultades”, sigue Karikó. Nadie publicaba sus avances. Ellos apostaron, sabían que funcionaría. Dedicaron muchas horas: “yo estaba aquí en Fin de Año y en Año Nuevo. Si tengo una idea, tengo que venir”, relata la bioquímica.

No tenían dudas de la efectividad porque las habían probado en animales, pero les preguntamos qué pensaron y qué hicieron cuando vieron que esa efectividad era tan alta. Rápidamente responde Karikó: “comerme una bolsa entera de cacahuetes cubiertos de chocolate”, ríe. Todos le reconocen su labor, ellos se restan importancia a sí mismos. Y ponen en valor el trabajo de otros muchos científicos e investigadores que también estuvieron detrás de este hallazgo.

Ahora, este logro abre la puerta a la cura de otras enfermedades: “tumores, melanoma, enfermedades cardiológicas…”, a una nueva era médica y, creen que, si hiciera falta, adaptar una nueva vacuna “no es difícil”.

La Covid-19 no se ha terminado y será una enfermedad endémica, como la gripe, consideran ambos que también hacen hincapié en la prevención, en “los sistemas de vigilancia”, insiste Weissman. Siguen trabajando por la ciencia, y formando a nuevos investigadores: “¿Sino quién va a continuar con la investigación y con los descubrimientos?”. Y Karikó añade que también “hay que educar a la población”, refiriéndose así a todos aquellos que rechazan estas vacunas.

Han recibido el premio Princesa de Asturiasde Investigación Científica y Técnica. Y ahora han sido galardonados con el premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Biología y Biomedicina que otorga la Fundación BBVA. Lo han recogido en Bilbao.

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