Material en el centro de inyección supervisada para drogadictos en París

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EN PARÍS

Francia abre su primer centro de inyección supervisada para evitar contagios y sobredosis entre drogadictos

Permitirá que los adictos usen agujas limpias y bajo supervisión para controlar las muertes por sobredosis y la transmisión de enfermedades. Uno de cada 10 dieron positivo en las pruebas del VIH y hasta uno de cada cuatro tenía hepatitis C.

Francia ha inaugurado este martes su primer cetro de inyección supervisada para los drogadictos, dejando atrás años de debate sobre las ventajas de una estrategia que ha ganado tracción desde que Suiza la adoptó hace tres décadas.

El Gobierno socialista de Francia ha impuslado la legislación que el Parlamento propuso el año pasado por la cual se permitían los centros de inyección supervisada. La ministra de Sanidad, Marisol Touraine, ha descrito el movimiento como un hito en la estrategia de la sanidad pública francesa.

"Es también una fuerte respuesta política, de una política pragmática y responsable que une a las personas de alto riesgo hacia el sistema de salud en lugar de estigmatizarlas", ha señalado Touraine.

El nuevo centro, situado en una calle contigua a las estación de tren Gare du Nord de París, permitirá que los adictos usen agujas limpias y bajo supervisión para controlar las muertes por sobredosis y la transmisión de enfermedades.

Touraine ha informado de que el estado de salud de muchos adictos ha aumentado la carga de trabajo en la sanidad pública. Uno de cada 10 dieron positivo en las pruebas del VIH y hasta uno de cada cuatro tenía hepatitis C.

Estadísticas oficiales han demostrado que el consumo de cannabis en Francia es bastante alto, mientras que las cifras del consumo de drogas duras es más difícil de compilar. Un informe elaborado por un comité interministeral sobre la política de antinarcóticos ha estimado que 500.000 personas consumen heroína y 1,5 millones cocaína.

La primera instalación de este tipo en el mundo abrió sus puertas en Berna, Suiza, en 1986. Muchos países europeos como Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Noruega y España han puesto en marcha este tipo de centros.

Australia y Canadá también han tomado el mismo camino, aunque es una política que todavía no ha hecho incursiones significativas fuera de Europa Occidental a pesar de las campañas para su introducción en algunos lugares como el estado de Nueva York en Estados Unidos.

Desde Berna en 1986, se han abierto más de 90 centros en todo el mundo de acuerdo con el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, un organismo financiado por la Unión Europea.

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