Katelyn sin peluca ni pañuelo

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RELATO EN PRIMERA PERSONA

La asombrosa historia de superación de Katelyn, una niña que con nueve años se quedó calva

"Un día me levanté y mi almohada estaba llena de mechones de pelo y una ceja me había desaparecido". Katelyn sufre alopecia desde que tiene dos años, y un día dejó de luchar contra lo que los demás pensaran y contra ella misma. Ahora es feliz y tiene una extensa colección de pelucas.

"Después de un día de lluvia en el que estábamos en el patio del colegio, todas mis amigas se secaron el pelo con las manos cuando nos pusimos a cubierto. Yo me quité la peluca para secarla".

Así comienza la historia de Katelyn Payne, de 13 años, quien sufre alopecia desde los dos. Según recoge The Sun, sus padres empezaron a darse cuenta de lo fino que era su pelo mientras la bañaban, y una semana después, el médico le diagnosticó alopecia.

Katelyn con su perro se cubre la cabeza con un pañuelo
Katelyn con su perro se cubre la cabeza con un pañuelo | Agencias

Le prescribieron una crema que debía echarse en la cabeza, y pasados ocho meses, volvió a tener bastante pelo de nuevo. Durante siete años, no perdió cabello, y sus padres pusieron en marcha una campaña para recoger fondos para ayudar a quien padeciera lo mismo que su hija.

Sin embargo, a inicios de 2012, cuando tenía nueve años, al levantarse por la mañana vio mechones de pelo sobre la almohada. "Me miré al espejo y una de mis cejas había desaparecido", explica.

Sus padres esperaban que tarde o temprano su hija perdiera el pelo, pero para Katelyn fue un 'shock' tremendo. Los meses siguientes perdió más pelo y empezó a ponerse pañuelos para que la gente no lo notara.

Pese a que volvió a extenderse la crema en la cabeza cada noche, ya no hacía efecto, y tras consultar con el médico, decidieron parar el tratamiento.

Un día acudió con su madre a mirar pelucas para comprarse una, pero la mayoría eran para adultos y no se veía bien, hasta que encontraron en una tienda especializada una perfecta para ella con silicona para que no se le moviera.

Katelyn con una de sus pelicas
Katelyn con una de sus pelicas | Agencias

En las Navidades de 2012, no tenía pelo, cejas ni pestañas. "Fue muy duro, lloraba con mis padres todos los días", reconoce. "Fue duro aceptar que mi pelo no iba a volver, pero tenía que avanzar".

Habló con sus compañeros de clase de lo que pasaba, y se sintió arropada por todos. Solía ir a clase con la peluca, con un pañuelo y a veces sin nada. "No sentía que tuviera que esconderme. Este era mi nuevo yo, y si yo tenía que acostumbrarme, los demás también", explica.

Ahora, tiene pelucas rubias, pero también de color verde o morado. "Nadie puede predecir si mi pelo volverá, pero sigo siendo yo, con o sin pelo".

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