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MIGUEL ÁNGEL BLANCO: EL PRINCIPIO DEL FIN

Las últimas horas de Miguel Ángel Blanco: de pensar que sería liberado a llegar "con un hilo de vida" al hospital

El operativo de rescate de Miguel Ángel Blanco trabajó las 48 horas de su secuestro sin descanso y tras las grandes movilizaciones hasta su hermana creyó en su liberación. Las primeras noticias cuando se encontró su cuerpo apuntaban a que se salvaría, pero finalmente ingresó inconsciente y sus familiares nunca pudieron volver a hablar con él.

Un teniente coronel del Servicio de Información de la Guardia Civil que participó en el operativo de búsqueda relata cómo "tuvieron que ser unas horas atroces y terribles para Miguel Ángel Blanco" , mientras que para ellos el tiempo pasaba de forma "rapidísima". Estuvieron prácticamente esas 48 horas en la calle, "dándole patadas a las piedras para ver si debajo de alguna de ellas" encontraban "algún elemento" que les permitiese saber dónde estaba.

Se establecieron búsquedas por bosques, caseríos y todo aquello que estuviera deshabitado "hasta el último momento", según explica Imanol Rodríguez Blázquez, jefe de Operaciones de la Ertzaintza en 1997. Miguel Ángel Mellado, autor de 'Hijos de todos', añade que también hubo movimientos en el extranjero.

"Mamá, hemos conseguido liberar a mi hermano"

A las 12:00 del mediodía del día que acabó el plazo dado desde ETA para el acercamiento de los presos, miles de personas salieron a las calles con el objetivo de que los terroristas vieran "la brutalidad que iba a cometer". Jaime Segalés, amigo y compañero del grupo de música de Miguel Ángel, comenta que no era el momento en el que los políticos ponían una pancarta y la gente iba detrás, sino que los ciudadanos tomaron la vanguardia y fueron los políticos los que se dieron cuenta después de que había que poner una pancarta. Mari Mar Blanco, su hermana, confiesa que pensó en ese momento que habían ganado. "Mamá, hemos conseguido liberar a mi hermano", llegó a decir al llegar a casa.

Sin embargo, el ultimátum terminó y a las cuatro la madre supo que se estaba produciendo el asesinato: "Cómo voy a comer si en este momento están matando a mi hijo". Efectivamente, apareció maniatado y con un tiro en la cabeza, todavía con vida. El teniente coronel sólo recuerda el silencio de aquel momento porque incluso había varios miembros a 300 metros de donde se encontró a la víctima y a escasos tres kilómetros de la Comisaría de la Ertzaintza en San Sebastián.

Francisco García Urra, el médico que atendió a Miguel Ángel Blanco, explica que tenían una cama preparada en el hospital cuando recibió la llamada y que en un primer momento parecía que estaba bien, misma información que le dieron a la familia y amigos que estaban en la casa esperando noticias. A los 10 minutos todo cambió, el médico fue informado de que estaba inconsciente y con un tiro en la cabeza: "Quedaba un hilo de vida". Cuando la madre llegó, le permitió que tocara a su hijo, lo que la tranquilizó, al igual que sus más allegados.