La grasa y el azúcar, responsables
¿Es el helado tan adictivo como la cocaína? Varios estudios afirman que sí
Los helados son irresistibles, de acuerdo, pero hasta un punto que raya la adicción. Varios estudios llevan años señalando que actúan sobre nuestro cerebro como si de drogas se trataran.
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Hay evidencias científicas de la posibilidad de que una persona pueda convertirse en adicta a comidas ricas en grasas y azúcar, del mismo modo que ocurre con el alcohol o el tabaco. Pongamos como ejemplo el helado, una de las comidas "estrella" del verano y que, en el caso de tener un origen industrial, puede presentar un alto contenido en grasas hidrogenadas, algunas de ellas de origen vegetal, azúcares añadidos de distintos tipos o colorantes o saborizantes de origen artificial.
Según un estudio publicado en 2012 en el American Journal of Clinical Nutrition y desarrollado durante los años anteriores, un helado tiene la capacidad para provocar la misma respuesta adictiva en el cerebro que algunas de las drogas más conocidas. De hecho, se comprobó que el comportamiento de los sujetos estudiados resultaba muy parecido al de los adictos a la cocaína, ya que su cerebro continuaba pidiendo más cantidad aunque en ese momento se estuviera comiendo helado.
La investigación fue desarrollada por el doctor Kyle Burger, del Oregon Research Institute, y se hizo a partir del estudio del comportamiento de 151 adolescentes, con edades comprendidas entre los 14 y los 16 años. Se comprobó que, en el caso de abuso de comidas con exceso de azúcar o de grasa, se producía un cambio en cómo el cerebro reaccionaba y se rebajaba la sensación de "recompensa" mental, del mismo modo que ocurre con un adicto a la cocaína.
Para ello, se escaneó el cerebro de los adolescentes participantes, todos con un peso saludable, en el momento de enseñarles una fotografía de un batido hecho con helado. Al mismo tiempo, se les proponía comer uno igual al de la imagen. Aunque todos dijeron que sí a probar uno "real", en el caso de aquellos que habían consumido más helado durante las semanas anteriores, el disfrute fue menor. Según el doctor Burger, el comportamiento en este caso fue similar al de las personas adictas a drogas como la cocaína, que, pese a aumentar las dosis tomadas, ven reducida la sensación de placer, probablemente porque el cerebro genera meno dopamina. Al querer repetir una sensación tan intensa y placentera como las primeras, el adolescente tendía a aumentar la frecuencia y el tamaño de la porción, lo que podía llevar, además, a un incremento de peso y a un problema de salud por el consumo excesivo de azúcares.
Lo que el estudio no concluye es que el consumo de helado pueda provocar adicción de un modo directo, pero sí que se trata de un alimento que, por su alto nivel de azúcares y de grasas (al menos en su versión industrial) es capaz de, en determinadas personas, crear esa necesidad de comer más y más, afectando tanto al peso como al funcionamiento del cerebro.
Este estudio se complementa con otro desarrollado en la Universidad de Michigan en 2015 y en el que se cambiaba a los adolescentes por adultos. La investigación presentó a 400 personas un total de 35 comidas, entre las que se encontraban alimentos procesados, y se les preguntó en qué casos se encontrarían con mayores problemas para controlar su ingesta. Entre los más 'adictivos' aparecieron de nuevo los helados. Los investigadores percibieron que los alimentos con más capacidad de provocar una respuesta similar a la de una droga en el cerebro eran aquellos con un alto índice glucémico, que llevaban a una subida de azúcar repentina que luego caía en picado, dejándoles necesitando más para volver a experimentar de nuevo la misma sensación. Al mismo tiempo, también sentían ansiedad o agitación cuando se les retiraban esos alimentos 'adictivos', tal y cómo ocurre con la heroína o la cocaína, aunque con menor intensidad.
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