Fauna Cocinatis
Cómo descubrir a un auténtico gorrón: los 10 puntos con los que lo reconocerás
En casi todos los grupos o pandillas hay uno: nunca tiene suelto para las cañas, procura comer su pincho y el del que tiene al lado y cuando toca pagar, se refugia en el baño. Hacemos la radiografía más completa del gorrón, esa figura clásica de la picaresca española.
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¿Tienes la impresión desde hace tiempo de que hay un agujero en tu bolsillo? ¿Sales a tomar un par de cañas y llegas a casa con 20 euros menos? ¿Tienes la cuenta en números rojos y no sabes el por qué? Pues es posible que estés sufriendo los efectos del gorrón (gorronus ibéricus), ese individuo que sale a beber y comer sin un euro en el bolsillo. Si aún no lo has detectado, aquí te damos diez pistas para que lo tengas claro.
Nunca tiene suelto cuando toca poner bote. Llega el principio de la noche y tú y tus amigos decidís poner un bote para facilitar los pagos. Todos soltáis un billete de 10 euros menos él que asegura que "no tiene suelto". Le ofreces cambiarle con el dinero de los demás, pero siempre se hace el sueco fingiendo una llamada en el móvil o alguna argucia similar. Asegura que lo va a poner después, pero ¡ay, amigo!, el después nunca llega.
"Yo pongo menos, que bebo más despacio". Uno de los mantras del gorrón es esta frase que, no tengas ninguna duda, es siempre mentira. Puede que al principio, para disimular, baje el pistón, pero no dudes ni por un momento que cuando el alcohol ya reine y nadie lleve la cuenta se beberá el agua de los floreros. Eso es controlar los tiempos.
Su tarjeta de crédito es de un banco desconocido. Llega un momento en la noche en el que el gorrón se queda sin pasta. Le preguntas entonces que por qué no va a sacar dinero al cajero. Siempre responde que su tarjeta es de un banco pequeño y que le cobran comisión. Hay casos documentados en los que se ha llegado a inventar entidades como Banco Carlitos o Caja de las Hoces del Duratón.
Siempre te pide el pincho "por si no lo quieres". ¿No te lo vas a comer? Aún no ha terminado el camarero de colocarte los torreznos que van con la caña en la mesa y ya te está preguntando si no los quieres. Se come su pincho a la velocidad de la luz y, luego, al menor atisbo de duda por tu parte te levanta los panchitos que es un primor.
En raciones al medio, es insuperable. Uno de los ecosistemas en los que el gorrón se siente más cómodo es comiendo de tapas para compartir. Sabe que, si se trata de trasegar calamares a la romana, croquetas o patatas bravas, va a poder comer el doble que tú. Es posible que su mano vaya tan rápido del plato a la boca que tu ojo no pueda llegar a verlo.
Invita en las cañas y se escaquea en las copas. El gorrón es un gran estratega: si cada uno invita a una ronda, él elige siempre la más liviana para su bolsillo. Es decir, si empezáis a cañas, ahí estará él dispuesto a pagar con su billetito de 10 euros. Cuando llegue el momento de las copas, descuida: pedirá ginebra premium y tónica de edición limitada para que tu bolsillo reviente.
Se refugia en el baño cuando toca pagar. Casualmente, es ver acercarse al camarero con la nota y desaparecer en dirección al baño. Da igual el rato que os esperéis para "hacer cuentas", él no va a dejarse ver. Asúmelo.
Si se queda en su casa, siempre hay que llevar de todo. Y él dice: "Yo es que ya pongo la casa". No vaya a ser que le desgastéis los cojines... Además, aprovechará para quedarse con todo lo que pueda sobrar. Ojo: es muy peligroso cuando está en su ecosistema natural.
Cuando él lleva las cuentas, siempre hay contabilidad B. "Ya llevo yo el bote si queréis". Oh-oh. Alarma roja. Un gorrón con el bote en su bolsillo es garantía de que algo va a pasar. No lo dudes, se acabarán los fondos antes de tiempo. Ya se encargará él de tirar de ahí para pedir un bocadillito que le ha antojado o invitar a una churri. Paga el grupo.
"¿No tendrás por ahí un cigarro? Es que se me ha acabado". SIN COMENTARIOS.
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