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Manly cleansing: cómo la limpieza "a lo bruto" puede dañar tu piel

Muchos hombres aplican su gel facial con fuerza, sin generar espuma ni trabajar bien el producto. Te contamos qué es el manly cleansing, por qué puede perjudicar tu piel y cómo limpiar correctamente para que tu rutina de skincare funcione.

Manly cleansing

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Limpiar el rostro parece sencillo, pero no siempre lo hacemos bien. El manly cleansing se ha convertido en un hábito común: aplicar el gel limpiador de manera rápida y con fuerza, sin darle tiempo a que haga su trabajo. Lo que desde fuera parece una limpieza eficaz, desde la piel se traduce en irritación, tirantez y sensación de suciedad persistente.

Aunque el término suene a moda, detrás hay un problema real. La fuerza no sustituye la técnica, y un limpiador mal aplicado puede alterar la barrera cutánea, afectar al resto de productos de la rutina e incluso disparar problemas de sensibilidad.

Qué es el manly cleansing

El manly cleansing describe la práctica de aplicar gel o espuma limpiadora de manera brusca, frotando con fuerza el rostro y aclarando el producto en pocos segundos. Aunque es más común entre hombres, también puede ocurrir en mujeres que no dominan bien la técnica. La consecuencia es que el producto no se espume, no se activa correctamente y la piel no recibe la limpieza que necesita.

"Muchas veces el gel va directo a la cara y se restriega fuerte. Parece que funciona, pero en realidad queda mucha suciedad y residuos", explica Raquel González, cosmetóloga. La falta de espuma y aireación es el error principal: sin ellos, los tensioactivos del producto no pueden trabajar, y la piel se queda vulnerable.

Mujer lavándose la cara
Mujer lavándose la cara | iStock

Los efectos sobre la piel

Una limpieza agresiva provoca irritación, enrojecimiento y sensación de tirantez. Además, los productos aplicados después —sérums, cremas, protección solar— no rinden como deberían. Estefanía Nieto, especialista en dermocosmética, señala que esta técnica puede hacer que la piel parezca más sucia incluso tras el lavado. La consecuencia a largo plazo puede ser una piel más sensible y con tendencia a reaccionar a cualquier producto.

Cómo limpiar correctamente

La clave está en la delicadeza y en la técnica. Antes de aplicar el gel en el rostro, mézclalo con agua y airea suavemente entre las manos para generar espuma. Este pequeño gesto activa los tensioactivos y facilita una limpieza profunda sin dañar la piel. Cuando lo lleves al rostro, distribúyelo con movimientos suaves, evitando frotar o presionar.

Patricia Garín, directora dermocosmética de Boutijour, añade que esta forma de limpiar permite que la piel absorba mejor los tratamientos posteriores y mantiene la barrera cutánea intacta. Con este sencillo cambio de hábito, la limpieza deja de ser un gesto apresurado y se convierte en un paso efectivo y protector.

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