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fue premiada con una oreja

Una joven torera debuta en el madrileño Palacio Vistalegre: "Esto no es ni de hombres ni de mujeres, esto es de personas capaces"

Tiene 19 años y dejó la gimnasia rítmica porque quería triunfar en el toreo. La cordobesa Rocio Romero ha debutado este domingo como novillera con picadores en el madrileño Palacio Vistalegre, dejando muy buena impresión y cortando una oreja.

La joven novillera cordobesa Rocío Romero ha causado una grata impresión durante debut con picadores en el madrileño Palacio Vistalegre, en un festejo en el que fue premiada con una oreja, al igual que sus dos compañeros de terna, y estuvo a un paso de salir a hombros.

El debut con picadores de la andaluza era el principal atractivo del festejo que ha cerrado la miniferia de Invierno de Vistalegre, pues desde hace ya unos años apenas hay presencia femenina en el escalafón de matadores y de novilleros. Era tarde, pues, de examen, ante la cátedra madrileña para esta cordobesa que, después de destacar en la gimnasia rítmica a los 13 años, decidió cambiar las pistas sintéticas por la arena de los ruedos.

"Yo siempre lo he dicho que esto no es ni de hombres ni de mujeres, esto es de personas capaces. Y del que sea capaces de ponerse delante del toro y transmitir y hacer sentir algo a la gente", señala la joven. Con lo que hace quiere demostrar que las mujeres también son "capaces de hacer lo mismo que los hombres".

No concibe el verbo prohibir y siente pena cuando ve atacada la tauromaquia por quienes la desconocen. A sus amigas ya les ha abierto las puertas de su profesión. Hay algunas que no son aficionadas pero no antitaurinas, y otras que vienen conmigo", cuenta.

Y lo cierto es que Rocío Romero causó una buena impresión entre los aficionados de Vistalegre con una actuación que pudo ser redonda de no fallar reiteradamente con la espada ante el segundo novillo de su lote. Ya con el anterior, que se paró pronto y embistió sin brío, se pudo apreciar que, aparte de su aún escaso oficio, la cordobesa tiene la virtud del reposo y de la seguridad ante los pitones, en una faena de altibajos que remató de una estocada fulminante, volcándose en la ejecución, para cortar la oreja.

Pero ese acierto con la espada fue precisamente el que le faltó con el sexto para haber superado con nota alta la prueba de su salto de categoría, pues de no ser por varios pinchazos y una retahíla de descabellos -a punto estuvo de sonar el tercer aviso- Rocío Romero bien pudo haber abierto la puerta grande del Palacio Vistalegre.

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