Tristeza y depresión

Diferencias entre tristeza y depresión

La tristeza es una emoción primaria (al igual que la ira, el miedo, la felicidad, la sorpresa y el enfado), que abarca sentimientos de soledad, apatía, autocompasión, melancolía, pesimismo y desánimo, entre otros. Incluye componentes cognitivos, conductuales, afectivos y fisiológicos. Se considera una emoción negativa.

Diferencias entre tristeza y depresión

Diferencias entre tristeza y depresiónPixabay

Publicidad

Como toda emoción, la tristeza forma parte de la vida y la persona la siente en diversas circunstancias y con distinto grado de intensidad. Es parte de su proceso evolutivo. Sin embargo, esa emoción puede agravarse hasta acabar en una depresión, que es una enfermedad y como tal hay que tratarla.

¿Por qué reaccionamos con distinto nivel de tristeza ante el mismo hecho negativo?

Todas las personas sabemos lo que es la tristeza, pero ante una misma situación no reaccionamos igual ni con el mismo grado de emoción. ¿A qué es debido?

No son los acontecimientos en sí mismos, ni la cantidad de acontecimientos lo que influye en los sentimientos de tristeza, sino la interpretación que las personas hacen de éstos. En esta dispar interpretación intervienen:

1.- Factores de nuestra propia personalidad. Ante la misma situación, una persona con alto grado de neuroticismo (baja autoestima, mucha exigencia y alto grado de responsabilidad) sentirá más pena.

2.- Factores cognitivos. Por ejemplo, una persona con patrones de creencia más pesimistas o muy rígidos sentirán más tristeza porque le cuesta adaptarse a los cambios que pueden suponer la ruptura con un ser querido, por ejemplo.

3.- Factores socioculturales. No es lo mismo vivir en una sociedad individualista como la nuestra que en una sociedad colectivista como la japonesa, donde la tristeza no lleva tanta carga emocional.

4.- Las distintas formas de afrontar los procesos de tristeza. Lo más habitual es la retirada social, que suele estar motivada por los pensamientos negativos que nos asolan en ese momento y nos hacen estar inactivos. Aunque en una situación de tristeza nuestro entorno nos intenta ayudar y se acerca más a nosotros, el no tener ganas, la apatía del momento, puede hacer que nos repleguemos más en nosotros mismos.

Lo positivo de la tristeza

La tristeza, aunque se considera una emoción negativa, presenta un lado adaptativo (igual que sucede con otras emociones, como el miedo), ayudando en este caso a expresar la emoción que provoca una situación de pérdida o decepción, además de favorecer la reflexión y el autoconocimiento.

El lado negativo

Si no podemos controlar la tristeza, autorregulándonos, ésta se vuelve patológica, convirtiéndose entonces en depresión. Esta enfermedad afecta a unos 340 millones de personas en el mundo y se estima que a día de hoy es la segunda causa de discapacidad. En el estado depresivo, la tristeza no se relaciona necesariamente con una causa externa y, en caso de que exista algún factor precipitante, la tristeza es claramente desproporcionada a éste y no remite cuando se disipa.

La tristeza detectada en niños hay que tratarla, ya que puede desencadenar en conductas suicidas o depresiones en la adolescencia.

Sabías que...

1.- A diferencia de los animales, los humanos lloramos y llorar es una señal social generadora de empatía mucho más poderosa que cualquier palabra. A partir de la adolescencia, el mayor motivo del llanto tiene que ver con la parte sentimental.

2.- En los niños en edad escolar es donde se observan periodos más largos y visibles de tristeza. Como causas más comunes están vivir la separación o la pérdida real o imaginaria de los padres o de personas cercanas o relevantes, el rechazo de los compañeros y los problemas de adaptación en la escuela, entre otras.

3.- El sentimiento de tristeza y soledad es el trastorno de ánimo más frecuente en la población anciana. Este estado de ánimo conlleva, además, problemas de salud importantes entre los ancianos.

4.- La tristeza vuelve a las personas menos crédulas, al potenciar sus habilidades críticas. Parece ser que un estado de ánimo negativo nos hace más lúcidos a la hora de procesar la información.

Alicia López Losantos es psicóloga y socióloga

Publicidad