Australia

Una superviviente de cáncer sigue adelante con su embarazo pese a saber que su hija iba a nacer con medio corazón

Larissa Brown, que superó un cáncer de mama a los 27 años, no hizo caso a los médicos y decidió seguir adelante con su embarazo, pese a que a la pequeña Georgia le diagnosticaron, en la semana 20, el síndrome del corazón izquierdo hipoplásico, un defecto raro y complejo que afecta el flujo sanguíneo regular.

Georgia Brown, hija de Larissa Brown

Georgia Brown, hija de Larissa Brownhttps://www.gofundme.com/

Publicidad

Larissa Brown, una mujer de 39 años de Townsville, Queensland, nunca se ha dado por vencida a lo largo de su vida. A los 27 años le diagnosticaron un cáncer de mama del que salió adelante y ha logrado ser madre de dos niñas pese a sufrir endometriosis, un trastorno y dolencia en el útero.

El tratamiento usado para combatir las dos enfermedades dificultaba en mucho a Larissa a tener hijos, pero Larissa Brown logró ser madre de una niña llamada Emilia en 2017. Volvió a quedarse embarazada en 2021 y los médicos le alertaron en la semana 20 de gestación que su futura hija (Georgia) sufría el síndrome del corazón izquierdo hipoplásico, un defecto raro y complejo que afecta el flujo sanguíneo regular. Esa noticia recibida de forma terrible por Larissa.

"No teníamos en nuestros corazones interrumpir el embarazo"

"Fue pura angustia. Me tomé una semana libre en el trabajo y simplemente lloré", explica Larissa en declaraciones recogidas por Daily Mail. Pero Larissa no se dio por vencida y siguió adelante con su embarazo pese a esa terrible noticia.

"No teníamos en nuestros corazones interrumpir el embarazo, y nos sentimos como las peores personas del mundo por elegir continuar, pero no podíamos renunciar a ella", reconoce Larissa Brown.

Para lograr que Georgia sobreviviera, Larissa y su pareja, Nathan Brown, decidieron mudarse de Townsville a Brisbane para estar cerca del Queensland Children's Hospital, un centro hospitalario en el que podían ayudar a Larissa en el delicado momento de dar a luz.

A las 38 semanas, los médicos decidieron hacer una cesárea a Larissa. En ese momento el tiempo corría en su contra, ya que después de dar a luz al bebé tenían un breve espacio de tiempo, entre 30 y 60 minutos, para suministrar a Georgia un medicamento específico. Eso impidió que Larissa y Olivia pudieran interactuar como cualquier madre con su bebé recién nacido.

Con solo seis días de vida, Georgia se sometió a una cirugía a corazón abierto, que duró 10 horas. La recuperación fue larga y la pequeña sufrió un colapso pulmonar.

"Se veía muy hinchada y estaba mal, pero luego comenzó a recuperarse maravillosamente, luego de la nada necesitó más oxígeno. Los médicos no tenían idea de qué le pasaba, le hicieron todas las pruebas y le dieron medicamentos, pero gradualmente empeoró", explica Larissa.

Pero finalmente el cardiólogo logró descifrar lo que le pasaba al corazón de Georgia: tenía circulación excesiva y sus niveles de oxígeno eran peligrosamente bajos. Dos días después, los médicos sometieron a la pequeña a una nueva cirugía. Tras 169 días en el hospital, la pequeña Georgia pudo abandonar el hospital e irse a casa con su madre.

"Estaba tanto aterrorizada como emocionada, porque en el hospital, si nos preocupaba algo, podíamos tocar el timbre y vendría una enfermera. Ahora depende de mí", admite Larissa.

Por suerte, la pequeña Georgia ha ido progresando y ya está a punto de cumplir el año de vida. Su madre no puede estar más orgullosa: "Ella es una bebé increíble y siempre encandila a todo el mundo".

Publicidad