Geroge Floyd

Un sargento de policía testifica en el juicio que Chauvin usó una "fuerza mortal" al inmovilizar a George Floyd

El sargento Jody Stiger, que testificó en calidad de experto independiente en el juicio contra Derek Chauvin, ha argumentado que las acciones del exagente constituyeron un uso excesivo de la fuerza porque Floyd no se estaba resistiendo.

Una niña sostiene una bandera en la que se lee "Black Lives Matter", el eslogan utilizado en las protestas motivadas por la muerte de George Floyd

Una niña sostiene una bandera en la que se lee "Black Lives Matter", el eslogan utilizado en las protestas motivadas por la muerte de George Floydefe

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El expolicía Derek Chauvin empleó una "fuerza mortal" al apretar su rodilla durante varios minutos sobre el cuello del afroamericano George Floyd, quien murió asfixiado el pasado mayo, según ha afirmado este miércoles, en la segunda semana de juicio, el sargento Jody Stiger.

Stiger, que ha declarado en calidad de experto independiente, ha explicado que la acción de Chauvin constituyó un uso excesivo de la fuerza porque "Floyd no se estaba resistiendo, sino que estaba tendido en el suelo y esposado con las manos en la espalda".

El sargento ha agregado que el expolicía no debió de hacer uso "de ningún tipo de fuerza" una vez que Floyd ya había sido inmovilizado.

Violación del protocolo policial

Stiger es uno de los expertos en técnicas policiales a los que ha llamado a testificar esta semana la Fiscalía de Minnesota para intentar demostrar que Chauvin violó los protocolos policiales.

Una postura refrendada el martes por Johnny Mercil, el entrenador de la policía de Minneapolis, y el lunes por Medaria Arradondo, jefe de policía de la ciudad.

La defensa pretende demostrar que Chauvin se limitó a aplicar el protocolo para el que había recibido formación y que la muerte de Floyd estuvo causada por el consumo de drogas de éste y por su mal estado de salud.

El ex policía está acusado de los cargos de asesinato en segundo grado, penado con hasta 40 años de cárcel; asesinato en tercer grado, con una condena máxima de 25 años, y homicidio en segundo grado, que acarrea hasta 10 años de privación de libertad.