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TODAVÍA TIENEN SECUELAS

Un año después de los atentados del 13 de noviembre en París, las víctimas siguen tratando de superar lo ocurrido

Cuando se acerca el aniversario de los atentados que sacudieron París el 13 de noviembre de 2015 se avivan los recuerdos de aquellos terroríficos momentos que aún quedan en las mentes de las víctimas. Entre las secuelas más comunes: controlar con la mirada las salidas más cercanas en espacios con mucha gente o cerrados.

La noche de los ataques yihadistas del 13 de noviembre de 2015 murieron en París 130 personas y más de 350 resultaron heridas.

Un año después, casi 2.000 han sido tratadas por diferentes asociaciones de ayuda a las víctimas, reflejo de su impacto en quienes se libraron de la muerte. "El sufrimiento psicológico todavía es importante. Muchos siguen en tratamiento. A muchos les invaden aún imágenes del atentado", explica la asociación Paris Aide aux Victimes (PAV), lanzada por el Ministerio de Justicia en apoyo a los afectados.

Controlar con la mirada las salidas más cercanas en espacios con mucha gente o cerrados es solamente una de las secuelas del traumatismo experimentado por quienes aún hoy dicen sentir ansiedad a la hora de adentrarse en esos lugares.

La sala de conciertos Bataclan fue, con 90 fallecidos, epicentro y símbolo de una masacre de la que se conmemora ahora un primer aniversario que retrotrae a quienes lo vivieron de cerca al fatídico momento en que una decena de terroristas tomó parte de la capital como rehén.

En plena conmemoración, todavía hay una veintena de víctimas hospitalizadas: nueve de ellas a tiempo completo, y las otras once con visitas diarias a los hospitales para someterse a curas.

El presidente de Francia, François Hollande, y representantes de las alcaldías de París y de la vecina Saint-Denis rendirán el domingo homenaje a todos ellos con su presencia en todos los lugares de los ataques, placas conmemorativas, lectura de los nombres de los muertos y un minuto de silencio.

Los afectados y sus allegados, mientras, se encuentran divididos. "Algunos quieren una celebración colectiva, para estar juntos y pensar en los que han desaparecido. Otros no, y reniegan de toda propuesta", sostiene la PAV.

No faltan tampoco quienes ha optado por no estar en la capital este fin de semana para huir físicamente de los recuerdos. Pero más allá de la pompa estatal, lo que une a las víctimas es la intención de hacer valer sus derechos. Los afectados pueden beneficiarse de una ayuda financiera que hasta ahora ha entregado unos 40 millones de euros que, según esa organización, se suman a las ayudas sociales y psicológicas.

En total, según sus cálculos, hay 1.500 personas registradas con derecho a una indemnización, aunque la PAV prefiere no desvelar a cuánto ascenderá cada una.

En el punto de mira está el reconocimiento del perjuicio psicológico, que debe tener en cuenta, según un informe respaldado esta semana por 170 abogados, la "gran angustia" de quienes en cuestión de segundos "pasaron de un momento de fiesta a una escena de guerra". Los abogados también piden que el fondo de garantía reconozca a los allegados el perjuicio sufrido por la dura espera entre que conocieron los hechos, se confirmó que tenían familiares en el lugar del ataque y supieron su estado de salud o su muerte.

Estas reclamaciones parecen haber sido bien recibidas por la secretaria de Estado de Ayuda a las Víctimas, Juliette Méadel, que este miércoles reconoció que la angustia de quienes vieron la muerte de cerca puede generar traumas con consecuencias graves para la salud, y debe ser reconocida.

Esa onda de choque queda bien reflejada en el reciente cómic 'Mon Bataclan', en que el ilustrador Fred Dewilde vuelca en primera persona lo sucedido y el camino de superación recorrido desde entonces. "En un instante nos convertimos en una masa de vivos, de heridos, de muertos, en una masa de miedo, que gritaba de terror", ahonda un hombre que dice haber sentido la necesidad de contarlo para pasar página, no para olvidarlo. Y algunos han visto en el encuentro con otros afectados una forma de lidiar con las consecuencias de aquella noche: "Nos debemos la vida mutuamente", sostiene David, un chileno de 25 años que selló con Stéphane, de 50, una amistad duradera iniciada en su huida por una de las ventanas del Bataclan. "Nos entendemos sin palabras", cuentan al unísono al diario 'Le Journal du Dimanche', donde explican que quienes no pasaron por ese infierno, pese a que les muestren compasión, nunca podrán hacerse una idea de lo que sintieron.

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