Luka Modric celebra un gol con el Real Madrid

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Granada 1-2 Real Madrid

Modric salva al Madrid de su ruleta rusa

Aunque menos que con Benítez, con Zidane el Madrid sigue siendo bipolar. De pronto ofrece un recital en casa como perpetra un muermazo fuera. Ante el Granada, sólo un golazo del croata a falta de cinco minutos evitó un desenlace dramático.

En Twitter: @MarioCortegana

Si el Madrid fuese una canción, la letra la pondría Ricky Martin: "Un pasito pa'lante; un pasito pa’tras....". Lo que anda en el Bernabéu, lo desanda lejos de él. Los blancos -azulones en Granada- salieron tan cándidos como ante el Betis, con la diferencia de que esta vez el rival no golpeó de primeras. De hecho, apenas se asomó a la puerta de Keylor, al que sí obligó a hacer de líbero dos veces en los 10 primeros minutos.

No dominó el Madrid contra el Granada, pero sí asustó más: Benzema pudo marcar en el 8', como Cristiano en el 14' o de nuevo el francés, si no se llega a interponer Lombán, en el 24'. Y, pese a ello, siempre contempló la sombra amenazante de Barral, Success, Rochina y Peñaranda. El venezolano, duda hasta última hora, se recuperó como a quien le deja de doler la tripa si le invitan a comer: siempre hay que acudir a los eventos importantes. Pese a no estar al 100%, volvió a dejar detalles de jugador importante.

Carvajal le regaló a Benzema, el de siempre, el gol en el 31': 0-1. El francés acumula seis partidos seguidos marcando, su mejor racha en el Madrid, y ya ha superado a Amancio como 10º goleador histórico del club blanco. Cada partido es más complicado para sus 'haters' encontrar argumentos con los que minimizar la importancia de un jugador que hace de '7', de '8', de '9' y de '10' a la vez.

Modric evitó el 'suicidio'

Pareció que Granada y Madrid acordaban decidir los tres puntos en una segunda parte cuyo desarrollo, por las ganas de los locales y la enésima desconexión de los visitantes, se intuyó con anticipo. En el 47', Keylor Navas impidió el gol de Barral con un paradón. Modric, el cerebro y la magia de este Madrid, respondió con un chutazo que mandó a córner espectacularmente Andrés. Ambos fueron los protagonistas de la siguiente ocasión clara, en el 57', cuando el centrocampista dejó a Benzema solo ante el portero, que se lució con una mano providencial abajo. Entonces, El Arabi, que acababa de entrar, empató y recordó al Madrid que quien perdona lo paga: en el 60', Gil Manzano se pasó al baloncesto, robándole la bola a Modric y haciéndole un bloqueo en una jugada que acabó en gol ante la precipitada salida de Keylor: 1-1.

Con media hora aún por delante, las aficiones buscaban un héroe, un jugador diferente, capaz de brillar en la oscuridad de un partido feo. Después de los Goya de la noche anterior, todos parecían demasiado cansados para el papel de reivindicador. Lo pudo interpretar de nuevo El Arabi, pero su gol en el 72' fue en fuera de juego. El madridismo recordó la impotencia de anteriores intentos frustrados de remontada estos últimos meses y se encomendó a la suerte o, más allá incluso, a la religión: en la urgencia y la desesperación, el ateo deja de serlo. Mientras muchos miraban a Cristiano por una costumbre ya caduca, fue Modric, de los pocos que dan la talla tanto en el Bernabéu como lejos de él, quien agarró a los de Zidane a la Liga con un misil en el 85'.

El Madrid no ganaba fuera desde el 29 de noviembre, contra el Eibar, y, ahora que lo ha vuelto hacer, la mejor conclusión es la victoria en sí, los tres puntos. Porque los síntomas lejos de casa siguen siendo preocupantes, porque cuando toca viajar los blancos siguen exponiéndose a una ruleta rusa que cualquier día puede dejarles sin vida en Liga. Ante el Granada, Modric evitó que la sangre llegara al río.

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