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El japonés Arata Isozaki, gana el Premio Pritzker 2019

Isozaki, autor del Palau Sant Jordi de Barcelona, ha sido premiado con el Pritzker 2019 por una obra "que supera el marco de la arquitectura para plantear cuestiones que trascienden eras y fronteras".

El arquitecto, urbanista y teórico japonés Arata Isozaki, de 87 años, autor del Palau Sant Jordi de Barcelona, ha ganado el Premio Pritzker 2019 por una obra "que supera el marco de la arquitectura para plantear cuestiones que trascienden eras y fronteras", según el fallo del jurado, anunciado en Chicago. Considerado un visionario por sus colegas, Isozaki siempre se ha enfrentado a su labor como arquitecto con un "profundo compromiso con el arte del espacio" y con una "precisión y destreza" demostradas en "las técnicas de construcción, en la interpretación de la ubicación y el contexto y en la intencionalidad de los detalles", señala el fallo.

"Posee un profundo conocimiento de la teoría y la historia de la arquitectura y abraza la vanguardia. No se limita a replicar el 'statu quo', sino que su búsqueda del significado de la arquitectura se refleja en sus edificios, que desafían categorizaciones estilísticas, están en constante evolución y tienen siempre frescura en su enfoque", agrega. Nacido en Oita, en la isla de Kyushu, en 1931, Isozaki empezó a destacar como arquitecto durante la reconstrucción de Japón tras la Segunda Guerra Mundial.

Es un arquitecto versátil e influyente y desde sus primeros trabajos, en la década de los sesenta, se convirtió en el primer arquitecto japonés en forjar una "relación profunda y duradera entre Oriente y Occidente", señaló el jurado, presidido por el juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos Stephen Breyer.

Con más de cinco décadas de trabajo y un centenar de edificios construidos, la obra de Isozaki ha tenido un gran impacto en el mundo de la arquitectura, al que ha contribuido además con numerosas obras teóricas, exposiciones y conferencias. La heterogeneidad es una de las características de una obra que va desde la reinterpretación de la tradición a la más alta tecnología, como demostró desde su primeros diseños, como su la Ciudad en el aire que proyectó en 1961, con la que pretendía racionalizar el caos de Tokio a través de una ordenación vertical con edificios inspirados en los árboles. Algunas de sus obras más destacadas son la Biblioteca Central de Kitakyushu (1974) o el Museo de Arte Moderno de Gunma, inaugurado en 1974, una clara estructura cúbica que refleja su fascinación por el vacío y la cuadrícula.

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