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SU PAREJA, ÚNICO IMPUTADO

Nuevas declaraciones judiciales sobre la desaparición de Sonia Iglesias

El juez toma declaración a varias personas en el caso de Sonia Iglesias, la mujer desaparecida hace 3 años en Pontevedra e intenta hacer una reconstrucción del día de su desaparición.

Una reconstrucción teórica de los últimos pasos de Sonia Iglesias es lo que trata de realizar la titular del juzgado de Instrucción número 3 de Pontevedra que investifga la desaparición de la joven gallega. Y para ello se está valiendo de los testimonios de personas que, de una u otra manera, puedan aportar pistas y centrar aún más las sospechas en el único imputado. Su pareja sentimental, Julio Araújo.

Los primeros en prestar declaración han sido la hermana y el primo de Araújo. La jueza los ha llamado a declarar porque ambos llamaron al teléfono fijo de la vivienda que Sonia compartía con su marido el día de su desparición. Si estaba o no la pareja sentimental en esa casa y qué hablaron entre ellos, es un punto clave en la investigación.
Tras éstos, se ha sentado ante el juez la persona que encontró la cartera de Sonia en el poblado chabolista de O Vao. La pista que hizo saltar las alarmas de los investigadores para ratificarse en que lo que tenían delante no era una desaparición voluntaria. El monedero fue encontrado en una zanja de este poblado y así lo ha ratificado ante la jueza el ciudadano que la vio, pero aportando un dato hasta hora desconocido. El hallazgo se produjo el mismo día de la desaparición.

Por tanto, o Sonia estuvo en el lugar con el responsable de su desparición o su agresor la colocó allí como una pista falsa. La aparición de la cartera es un dato fundamental que trata de relacionarse con la posición del teléfono del único imputado hasta el momento. Las antenas sitúan el móvil de Julio Araújo muy cerca de este lugar, a tan sólo 2 km de distancia el 18 de agosto, fecha de la deaparición.

Pero, si hay un testimonio fundamental para arrojar luz sobre las últimas horas de Sonia Iglesias, es el de José, el zapatero. La última persona que la vio con vida. La joven dejó unos zapatos en su establecimiento aquel 18 de agosto y nunca los recogió. El zapatero ha reiterado ante el juez que aquel día nada le hizo sospechar lo que después sucedería.

Emocionada por recordar a su compañera, ha prestado también testimonio una empleada de la tienda de ropa en la que trabajaba Sonia y a la que nunca llegó. En definitiva, declaraciones que tratan de dibujar un último recorrido, el de una mujer que desde hace más de 3 años parece haberse tragado la tierra y cuya pareja continúa en el punto de mira.

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