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ALECCIONADOS POR EL IMÁN DE RIPOLL

La otra cara del imán de Ripoll: "Durante muchos años soñó con protagonizar un gran atentado"

El imán de Ripoll estuvo en la cárcel por tráfico de drogas, pero nadie sospechó de su relación con el yihadismo. Pese a que su nombre ya apareció en la 'Operación Chacal', no era un dato relevante que pudiera propiciar su detención.

Abdelbaki es Satty fue hasta los atentados de Barcelona y Cambrils un delincuente común en cuya ficha policial constaban dos detenciones: la primera en el año 2002 por intentar pasar en su coche a un marroquí con un pasaporte falso.

"En aquellos años nadie creía en la amenaza del terrorismo islamista, ni las propias fuerzas de seguridad, que tenían solo 150 miembros para combatir este fenómeno, porque en España las fuerzas de seguridad tenían todo su potencial de inteligencia dedicado a la lucha contra ETA", relata el periodista José María Irujo, quien asegura que "Satty es un personaje que durante muchos años ha estado soñando con hacer algo muy grande, con crear su propia célula, con protagonizar un gran atentado y pasar a la historia de la yihad como un mártir más".

Tras los atentados de Madrid el 11 de marzo de 2004, la Policía pone el foco en el terrorismo yihadista. El imán aparece implicado en la 'Operación Chacal', cuando los agentes irrumpen en casa de un carnicero de Vilanova acusado de reclutar muyahidines para viajar a Irak.

Allí, en los registros aparece el nombre de Abdelbaki es Satty. "En aquel momento se le intervino el teléfono por falsificación. Estaba relacionado con una red de falsificación de pasaportes que ciertamente luego iba a dar servicio a las personas que querían viajar a zonas de conflicto, pero su relación con el yihadismo era muy colateral", explica el periodista Manuel Marlasca.

Para el periodista José María Irujo, "la aparición de la documentación de es Satty en la casa del carnicero de Vilanova es muy importante pero no es un dato relevante que pueda propiciar la detención de esta persona, aunque es una huella muy clara de que este personaje, ya en esos años, se movía en ese ámbito".

En esos años Abdelbaki es Satty vivía en Vilanova y Geltrú, y frecuentaba la antigua mezquita, donde consiguió dirigir algunos rezos. Sin embargo allí no dejó buen recuerdo porque estafó a varias familias al hacer portes a Marruecos con su furgoneta.

Quienes le conocieron le describen como un hombre reservado y sin excesos. Cambió de domicilio varias veces para pasar inadvertido. Una de sus últimas direcciones es en una urbanización de Calafell, donde compartía alquiler con otros marroquíes y se ganaba la vida haciendo chapuzas.

El imán de ripoll profesaba el islam más radical, pero en el año 2010 fue detenido por otra razón: por tráfico de drogas, un delito por el que fue condenado a cuatro años de cárcel.

Mientras cumplía condena en la prisión de Castellón, los servicios de inteligencia contactaron con él. "Reunía todas la condiciones: está en la cárcel, ha sido investigado en la 'Operación Chacal'. El CNI tiene la obligación de captar a los más malos del yihadismo porque es una manera de desarticular aquellas redes muy secretas. Meterte en sus entrañas, conocer sus tripas y comprar a los malos o infiltrarlos. Ahora hay que explicar por qué se ha ido de las manos", dice el periodista Manuel Cerdán.

Abdelbaki es Satty fue el responsable de radicalizar a los jóvenes que llevaron a cabo el atentado. Un grupo de chicos que vivía en Ripoll, un pueblo en el que viven 10.000 personas, de las cuales 600 son inmigrantes marroquíes.

El primo de Moussa Oukabir, el menor del grupo, cuenta que los conocía a todos desde pequeños y que eran buenas personas. "Hacer lo que han hecho es algo inexplicable", relata Saber Oukabir.

"Yo no he conocido a un terrorista, yo he conocido a un compañero"

Moussa Oukabir era un joven de 17 años, extrovertido, que acababa de empezar sus prácticas de administrativo. Sus compañeros de instituto no logran comprender qué le pudo pasar. "Yo no he conocido a un terrorista, yo he conocido a un compañero", dice una compañera de clase.

Houssaine Abouyaaqoub, por su parte, muestra en las redes sociales su pasión por los rallys y la escalada. Sólo llama la atención un mensaje en su cuenta de Instagram: "Paz para mí mismo, odio para el resto".

Pero con la llegada de un nuevo imán a Ripoll, la vida del grupo empieza a cambiar. Venía de Bélgica, de Vilvoorde, cuna del yihadismo. Allí, "ante algunas personas lanza algún discurso que inquieta a las personas de esa localidad, es detectado como una persona sospechosa porque no quiere entregar sus antecedentes y regresa a España, que es donde consigue ese grupo, los alecciona y los lanza hacia la muerte", cuenta el periodista José María Irujo.

Es Satty tenía un pasado que en Ripoll nadie conocía. Ali Yasine, de la comunidad islámica Annour de Ripoll, cuenta que no sabían "que había estado en la cárcel ni que tenía antecedentes".

En privado, el imán comienza a reclutar a los mayores del grupo y cada vez tienen más reuniones secretas. Said Aalla, hermano de Youseff Aalla, notó raro a su hermano y lo comentó en su casa, pero allí no le dieron mucha importancia y ahora se arrepienten mucho de todo, cuenta Saber Oukabir.

Durante cuatro meses, el imán y los jóvenes se reunían en una casa cercana a Ripoll, al lado de la fábrica donde Youness trabajaba como electricista. Quieren pasar inadvertidos, pero una noche la furgoneta del imán se quedó atrapada y tuvieron que pedir ayuda, tal y como cuenta Ramón Viñals, vecino de Gombrén: "Yo vine y lo saqué, se le veía que estaba nervioso y me preguntó cuánto me tenía que pagar".

Al no sentirse seguros, buscaron en Ripoll otros sitios donde seguir con sus reuniones lejos de miradas ajenas. "Aquí había una fila de nueve o diez bombonas de butano pero nunca pensamos nada extraño", cuenta Manuel López, vecino de Ripoll.

Todos disimularon hasta el final, no alterando su vida cotidiana. "Los jóvenes, según aseguran los expertos, fueron aleccionados por una secta muy antigua, a la que pertenecían algunos miembros del 11-M y del 11-S y cuya característica principal es la clandestinidad total y absoluta, la transgresión permanente de las normas más sagradas de un musulmán están permitidas a los miembros de esta secta para no ser detectados", cuenta el periodista José María Irujo.

La investigación confirma que algunos de ellos hicieron numerosos viajes fuera de España. Viajaron a Marruecos, Suiza y Francia y precisamente a este último país viajaron cinco días antes de los atentados. "La duda es saber si en los últimos viajes que se hicieron a París, estos jóvenes tuvieron algún contacto con alguna persona de rango superior que los aleccionara en algo", se pregunta Irujo.

Sin que nadie sospeche, los amigos de Ripoll avanzan en los últimos detalles de su plan de ataque. "Vinieron a pedirme la furgoneta siete veces. Dijeron que la quería para coger un frigorífico y yo tenía la furgoneta estropeada, pero siguieron viniendo hasta que se cansaron", cuenta Saber Oukabir.

Tres días antes de los atentados de Barcelona y Cambrils, Moussa Oukabir abandonó el grupo de Whatsapp que tiene con sus compañeros de clase. Por su parte, Said Aalla deja una carta de despedida para su madre en la que le dice que lo siente mucho por lo que va a venir y le dijo a su hermano pequeño "adiós, no volveré más".

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