Dan a conocer la verdad sobre la confusión en la tragedia del helicóptero militar de Canarias

A las tres de la tarde del 22 de octubre saltaron las alarmas. Un helicóptero militar de rescate que regresaba de Senegal activaba un baliza de emergencia en el mar.

Desde Canarias despegó un F-18 para localizarle y ver si había supervivientes. El helicóptero estaba boca abajo, había vertido un líquido fosforescente para facilitar su localización y tenía los flotadores hinchados.

El piloto volaba alto, no podía acercarse mucho y había poca luz. Además, informó de que quizás los tripulantes estaban a salvo en una lancha. A partir de aquí se desató una cadena de errores.

A la zona del siniestro llegaba un pesquero holandés mandado por un capitán ruso que a duras penas habla inglés. Decía esto: "No podemos ver que haya nadie dentro del helicóptero".

El mensaje lo captaron las autoridades marroquíes, que hablaban árabe y francés y les dijeron a los españoles todo lo contrario. Lo que llega a nuestos militares es "no hay nadie dentro del helicóptero".

Un mensaje esperanzador al que se suma otro. Los pesqueros marroquíes hacen correr el rumor por sus radios de que se ha estrellado un helicóptero en el mar pero que se ha rescatado a sus ocupantes.

La falsa noticia se la creen las autoridades marroquíes, que llegan a decir de forma oficial que los aviadores españoles estaban a bordo de una patrullera. Es entonces cuando Defensa comunica que han sido rescatados.

Pero hay dudas, ni los aviadores llegan a puerto ni han hecho lo más lógico en estos casos, llamar a sus familias. No se les encuentra por ningún sitio. Se decide entonces llegar al helicóptero, que ya se había hundido.

Una semana después, las familias de José Morales, Saúl López y Jhonander Ojeda recibían la noticia de que sus cuerpos estaban en el fondo del mar. Ahora se estudian las causas del accidente.