De amiga a okupa
De amiga a inquiokupa: el drama de Jacqueline
Lo que comenzó como un acto de confianza entre amigas, terminó convirtiéndose en una pesadilla para Jacqueline, que tiene que dormir en un sofá por tener su casa okupada por una supuesta amiga.

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Durante la pandemia, Jacqueline conoció a Petronila y, cuando decidió mudarse temporalmente a Londres, le alquiló su vivienda. Sin embargo, al regresar, descubrió que su amiga no solo se negaba a pagar el alquiler, sino que también se negaba a marcharse.
Desde entonces, Jacqueline vive en casa de una amiga, ha perdido seis kilos y necesita ansiolíticos para dormir. Mientras tanto, Petronila sigue en su casa sin pagar, alojando a otras personas, incluido su novio, y argumentando que la ley la ampara por ser madre soltera.
Las cuentas siguen acumulándose: hipoteca, luz, agua y comunidad, sumando más de 800 euros al mes. Sin ingresos, Jacqueline ha tenido que pedir dinero prestado para costear los gastos de su propia casa, mientras su inquilina recibe cerca de 3.000 euros al mes en dinero negro.
"Yo he trabajado para tener una vivienda y a mí las leyes me la están quitando"
"Esta es mi casa y no tengo a dónde ir", relata Jacqueline con impotencia al denunciar que no es justo que una persona que le ha engañado, que no paga y que vive mejor que ella, tenga más derechos que la propietaria legítima.
En un intento por desalojar a los okupas, Jacqueline acudió a la policía, pero lamentablemente no pueden hacer nada. También ha recurrido a servicios sociales en busca de ayuda, pero no pueden ofrecerle una vivienda pública porque, legalmente, tiene una propiedad, aunque en la práctica no pueda vivir en ella.
El tiempo se le agota a Jacqueline. La pesadilla que está viviendo no tiene una fecha de fin prevista debido a la larga espera que conlleva ejecutar un desahucio. Mientras tanto, Petrolina sigue viviendo en su casa, con su hija y su pareja, y sin pagar ni un solo euro. No hay rastro de remordimientos.
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