Por Betty M. Martínez

'Ciudad cruel': 5 motivos por los que ha sido la serie más vista de la temporada en la TDT

'Ciudad cruel' ha sido la serie más vista de la TDT de esta última temporada y son muchos y muy variados los motivos que explican ese interés y esa fidelidad. En esta historia no ha habido nada predecible, nada esperable. Cada personaje, cada situación, cada sentimiento, cada trama y cada subtrama han tenido una evolución que han mantenido al espectador en tensión hasta casi el último minuto.

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Nedim volvió a vivir

Un personaje clave ha sido Nedim. Ha sido protagonista casi de una tragedia griega. Sus padres mueren cuando él era un niño, su primo lo tira por la ventana víctima de la manipulación de su madre, se pasa 20 años de su vida sentado en una silla de ruedas sin apenas poder comunicase, vive prácticamente aislado con la única compañía de su tío y la leal Nurtan, su tía lo maltrata sistemáticamente, lo casan a la fuerza, la mujer que quiere se casa con el primo que lo tiró por la ventana…

En resumen, la vida de Nedim ha tenido muchas más espinas que rosas. Y, de hecho, todo ese trayecto por el desierto tuvo consecuencias posteriores. Nedim se recuperó a base de fuerza, tesón, constancia y una buena dosis de odio, ansias de venganza y celos.

Porque Nedim se levantó de la silla de ruedas para hacerle pagar a su tía todos los años de tortura y para vengarse de Cenk por haberlo tirado por la ventana y, sobre todo, por haberse casado con Cemre.

Nedim intentó vengarse. Se puso el traje de hombre frío, calculador e insensible, pero en esta tarea olvidó arrancarse el corazón. Porque la mente de Nedim le decía que debía vengarse de quienes le arrebataron la infancia y el amor, pero su corazón no entendía de odios.

A Nedim le sobraban los motivos para echar a Cerem de la mansión, pero se compadeció de ella hasta que la situación era insostenible. A Nedim le sobraban los motivos para desear la muerte a Seniz, pero la socorrió cuando Cerem quiso ejecutar su propia venganza. A Nedim le sobraban los motivos para desear la muerte de Cenk, pero lo sacó de aquella cámara frigorífica e intentó hacerle cambiar de opinión sobre su enfermedad.

¿Qué recordaremos de Nedim con el paso del tiempo? En primer lugar, la brillante interpretación de Berker Güver, que representó a Nedim con cada músculo de su cuerpo. Hizo creíble el Nedim de posturas casi imposibles cuando no podía moverse. Hizo creíble el Nedim desesperado que, completamente desencajado, gritaba CEM-RE. Hizo creíble el Nedim que suplicaba ayuda con la mirada a su tío. Hizo creíble el Nedim tembloroso que ponía todas sus fuerzas y su empeño en ponerse de pie. Hizo creíble el Nedim que intentaba controlar sus tics faciales cuando algo le disgustaba o le lastimaba. Y hasta hizo creíble el Nedim que estudiaba cada noche para ser un brillante empresario, pero ni se planteaba aprender a conducir.

Sobre todo, hizo creíble el Nedim que fue capaz de salir del infierno en el que vivía y, además, fue capaz de perdonar y seguir adelante con su vida sin enfangarse en el odio, el rencor y la soledad. Nedim eligió familia en vez de venganza.

Cenk, el monstruo inolvidable

Si Nedim sufrió una importante evolución, Cenk fue un descubrimiento constante. El personaje que interpretó Ozan Dolunay fue presentado como un niño rico mucho más aficionado a la fiesta que a la empresa, más proclive a los excesos que a la familia, más preocupado por sí mismo que por los demás.

Sin embargo, hizo falta poco tiempo para descubrir que esa solo era la fachada que escondía un profundo dolor. Si Nedim sufrió 20 años en una silla de ruedas, Cenk sufrió 20 años de silencio. El Cenk niño sufrió la ausencia de un padre más preocupado por la empresa familiar que por la familia. El Cenk adolescente sufrió el cargo de conciencia de creerse un monstruo por haber tirado a su primo por la ventana. El Cenk hombre sufrió el dolor de saberse no amado por la mujer que amaba.

Cenk siempre mantuvo la apariencia de despreocupación. A Cenk nunca le pasaba nada. Hasta en su despedida, intentó minimizar la carga emocional de la situación haciendo hincapié en lo bueno y en un sentido del humor muy especial. Solo Cenk podía ser capaz de arrancar una sonrisa en medio de las lágrimas.

Es complicado recordar alguna escena de un Cenk completamente feliz. Siempre había algo que lo atormentaba, que lo perturbaba, que lo atenazaba. Sin duda, tuvo buenos momentos con Cemre, pero hasta en esa complicidad que generaron, él sabía que no era real o, al menos, que no era completa. Cenk sabía que Cemre lo miraba a él, que le sostenía la mano a él, que dormía en la misma habitación que él, pero que su mente y su corazón estaban lejos de él.

Tuvo que llegar Umut para que Cenk fuera feliz. Ironías de la vida, justo cuando supo que el tiempo se agotaba fue cuando encontró la razón por la que seguir viviendo. Y eso hace que su final haya sido especialmente doloroso. Cenk cometió mil y un errores, pero hizo cuanto pudo por enmendarlos. Sin embargo, la vida y los guionistas no premiaron su esfuerzo.

Cemre, la equidistante

Si la relación de Nedim y Cenk ya era complicada desde la infancia, la llegada de Cemre no hizo más que agravarla.

Cemre llegó a la mansión Karaçay pisando muy fuerte. Fue entrar en la habitación de Nedim y se tambaleó todo el universo familiar. Ella vio perfectamente lo que sucedía y ni se calló ni se acobardó. Cemre luchó con todas las armas que tenía para proteger a Nedim: se enfrentó a Seniz, cometió un delito y hasta se casó con Cenk.

Cemre estaba dispuesta a todo, pero hubo algún momento en que perdió fuerza. Aquella Cemre que acusaba directamente a Seniz de maltratar a Nedim desapareció y se convirtió en una Cemre un tanto desdibujada. Tan equidistante quería ser, tan buena quería ser, tan justa quería ser, tan responsable quería ser, que, al final, casi no era nada.

Cerem, el peso de la ambición

Mientras Cemre fue perdiendo peso con su actitud de no pisar más charcos de los imprescindibles, Cerem no tenía ningún remilgo a la hora de embestir como un miura.

Cerem entró en la mansión Karaçay queriendo ser Damla (guapa, millonaria e influencer), pero se convirtió en Seniz (falsa, manipuladora y repudiada).

Eso sí, justo es reconocer, que un importante porcentaje de la avaricia y ambición de Cerem es responsabilidad de Neriman. Las pocas veces que Cerem hizo amago de plegar velas, ahí estaba su abuela para recordarle la ropa de marca, los perfumes caros y las comodidades de la mansión.

Con Cerem hemos vivido un tiovivo de emociones. Aborrecimos su peor cara en la “relación” con Cenk, en su trato a Nedim, cada vez que renegaba de su familia, al intentar usar a su hijo como una tarjeta de crédito, cuando no asumió su papel en la muerte de Agah.

Pero también la hemos compadecido. La despedida y reencuentro con su bebé son escenas que se han grabado en nuestra memoria por el gran trabajo que realizó Bahar Sahin. O cada vez que se convertía en la niña que en realidad era y se acurrucaba para llorar en soledad. Porque el gran problema de Cerem es que siempre sintió que estaba sola. Cada vez que tenía que tomar una decisión importante no tenía a quién pedír consejo. Y cuando lo hacía, siempre era a la persona equivocada: su abuela, más pendiente de su propio bienestar que de la felicidad de su nieta.

¿Qué ha sido Cerem en esta historia? Por momentos ha sido la peor de las villanas. Por momentos ha sido la más maltratada de las víctimas. Y quizá eso la convierte en el más real de los personajes. Cerem no ha sido un arquetipo. Ni ha sido buena al 100% ni ha sido mala el 100% de los capítulos. Ha ido dando pasos según se le iban presentando los acontecimientos.

Pero lo que es incuestionable es que, dicho coloquialmente, Cerem ha sido, el personaje que más veces ha agitado el avispero. Para los Karaçay tal vez sería un castigo, pero para los espectadores era un aliciente.

Agah y Seniz, una historia de apariencias

Agah era el gran hombre de negocios, el gran patriarca. Parecía controlarlo todo y todos. Parecía que cada vez que levantaba su dedo índice el mundo se paraba. Parecía que su único dolor era el estado de su sobrino. Todo era eso. Apariencias.

Porque el gran Agah Karaçay vivía una vida de apariencias, pero, lo peor, es que él tardó el 90% de la serie en descubrirlo. Tardó demasiado en ver que su sobrino vivía en una cárcel donde se practicaba la tortura. Tardó demasiado en ver que su hijo no era un malcriado despreocupado sino un hombre atormentado que suplicaba el cariño de su padre. Tardó demasiado en ver que su mujer era una bruja que manipulaba todos los hilos de su vida.

Y cuando se le cayó la venda, cuando abrió los ojos, Agah no pudo resistirlo. Fue soportando los primeros golpes. Buscó una solución para que Nedim se recuperase. Logró recuperar la conexión con Cenk. Consiguió romper el nexo con Seniz. Pero el último y definitivo golpe fue ya el de gracia.

Y, como en el caso de Cenk, con Agah nos queda la sensación de que mereció algo más. Porque Agah se equivocó, pero casi siempre era o por falta de información o por desinformación. Agah no actuaba por maldad. Quiso favorecer los suyos, pero la vida no le devolvió el favor.

Decir que Seniz ha sido la gran villana es una obviedad. Si Agah no sabía que vivía una vida de mentira, Seniz no solo era consciente, sino que además alimentaba la falsa apariencia de familia feliz con mil y una manipulaciones. Seniz lastimó a todos y cada uno de los personajes de esta historia. Porque Seniz solo pensaba en Seniz.

Por mucho que se justificara diciendo que actuaba como madre para proteger a sus hijos, Seniz pensaba única y exclusivamente en proteger su estatus como señora Karaçay.

Y encima, tuvo la suerte de que sus enemigos o bien tuvieron el buen corazón que ella no tenía o bien cometieron el error de infravalorar su capacidad de hacer el mal.

En el centro de toda esta historia ha estado un personaje que no ha dicho ni una palabra, pero que ha sido protagonista de todas las situaciones y buena parte de los diálogos.

Las amplias habitaciones, inmensos salones, majestuosa escalera, inmejorables vistas y balcones de cuestionable calidad de la mansión Karaçay han sido el objeto de deseo de unos y la maldición de otros. Y, al final, fue castigada como la mala de la historia. Se ha quedado completamente sola viendo como, lejos de ella, sus ex habitantes reconstruían sus vidas sustituyendo las lágrimas derramadas detrás de sus muros por la más brillante de las sonrisas.

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