ALIMENTACIÓN

Qué es el síndrome de la última cena y cómo superarlo

"El lunes empiezo... hoy me despido". Son pensamientos frecuentes en la mentalidad dieta, pero… ¿Es efectivo despedirse de ciertos alimentos o comidas?¿Ayuda a comer mejor?

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El síndrome de la última cena se manifiesta la noche antes o el día entero antes de empezar una restricción dietética autoimpuesta o pautada por una tercera persona y consiste en hacer una comida de despedida, en ocasiones un atracón, de todos los alimentos que la persona piensa que no deberá comer a partir del día siguiente.

Suele ser además, una ingesta anormalmente elevada de alimentos de bajo interés nutricional que suele ir acompañada de una sensación de ansiedad como si esos alimentos no se fueran a volver a comer nunca y suele coincidir con el final de un fin de semana, un período vacacional o día festivo… fruto de un sentimiento de culpabilidad y/o fracaso que se produce tras haber empeorado los hábitos alimentarios en un momento determinado.

En muchas ocasiones esa restricción del día siguiente no se llega a producir debido a la ansiedad que genera pensar en no comer esos alimentos y se decide postergarla, o si se empieza, se mantiene durante poco tiempo y se vuelve a hacer una "comida de despedida" anormalmente elevada, entrando así en un bucle que hace que la alimentación sea peor de lo habitual y que además, empeore la relación con la comida.

¿Cómo salir del círculo de despedida-restricción?

Hay diversos puntos importantes a tener en cuenta para evitar este bucle:

  • Obsérvate desde una mirada autocompasiva. Sentir culpabilidad por comer de una determinada manera o determinados alimentos no ayuda a mejorar los hábitos alimentarios, sino todo lo contrario, y aún por encima, empeora la salud mental.

    Eso no quiere decir que no pongamos nada de atención a nuestras ingestas, sino que no las juzguemos ni nos juzguemos por ellas. Lo que podemos hacer es analizar después por qué se han producido para poder tomar las medidas que sean necesarias para prevenirlas la próxima vez (si fuese el caso) o simplemente desterrar el ideal de alimentación perfecta y aceptar que habrá momentos, días o temporadas en las que nuestra alimentación puede ser peor de lo que nos habíamos imaginado.

  • Escapa de las dietas. Si te planteas empezar una dieta el lunes, lo que te estás planteando es comer unos alimentos determinados y otros no, en un número de comidas predeterminado y en unas cantidades prefijadas.

    Las dietas no enseñan a establecer unos mejores hábitos, son normas rígidas que pueden no adecuarse a tus necesidades de cada momento y, por lo tanto, generar hambre y/o ansiedad y empeoramiento de los hábitos cuando estas normas ya no sean sostenibles.

  • Trabaja la flexibilidad. Comer de forma saludable no significa comer perfecto ni cambiar de forma drástica la alimentación de un día para otro, tampoco consiste en un listado de alimentos que no se puedan comer.

    Comer de una forma saludable implica comer escuchando y atendiendo las necesidades físicas y/o psicológicas del momento, teniendo en cuenta el contexto y tomando una decisión de forma consciente ¿Es un objetivo realista y acorde con la salud mental plantearse no comer alimentos que gustan para siempre? No hay que despedirse de nada en el momento en el que el objetivo no implique renunciar a ciertos alimentos.

En definitiva, para no tener que despedirte de nada, no anticipes ninguna restricción y en su lugar, piensa en qué alimentos, hábitos o elaboraciones vas a sumar a tu alimentación que te satisfagan, en lugar de pensar en qué vas a quitar.

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