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NO ES LO QUE PARECE

¿Por qué nos podemos reír en un funeral? Tiene una explicación científica

Reírnos en situaciones tristes, llorar de risa, sentir ternura por un cachorro y querer estrujarlo… Todo esto se explica por el fenómeno de la agresión tierna.

Chico riendo

Chico riendoiStock

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Si alguna vez se te ha escapado la risa en un momento indebido, como cuando tus padres te estaban riñendo o, incluso peor, en un funeral, no te sientas culpable, es una reacción del cerebro. Aunque parezca extraño, es algo que ocurre con mucha frecuencia y tiene una explicación científica: la agresión tierna.

Este fenómeno aparece en muchas ocasiones en nuestro día a día, como por ejemplo cuando estallamos en llanto en medio de un ataque de risa; cuando no podemos contener las ganas de abrazar a alguien que nos despierta ternura; o cuando en un momento de arrebato queremos morder a un ser querido, o a nuestra pareja durante el sexo.

¿Qué es la agresión tierna?

Se trata de un fenómeno neuronal y psicológico que ocurre cuando sentimos una emoción extrema en determinadas situaciones. Estos estímulos que recibe el cerebro desencadenan una reacción de euforia, felicidad o solemnidad -en el caso de un funeral- abrumadoras, y para compensar, nuestra masa de tejido nervioso reacciona emitiendo una emoción opuesta: en forma de agresión, risa o llanto. Se trata de una reacción neuronal de autoprotección ante situaciones concretas que nos exalta para recuperar el equilibrio emocional.

El experimento

El término nace de un estudio realizado en 2015 de la mano de dos psicólogas de la Universidad de Yale, Rebecca Dyer y Oriana Aragón, que calificaron el fenómeno como cute agression (en español: agresión tierna). Desde entonces, se usa este término para definir los impulsos anteriormente descritos.

Dada la falta de estudios sobre este fenómeno, la psicóloga de la Universidad de California, Katherine Stavropoulos, en 2018, llevó a cabo una investigación sobre las reacciones que nos provoca el hecho de ver cosas que nos despiertan ternura.

Para ello, empleó técnicas de electrofisiología, que le permitieron medir la actividad eléctrica que se activa en el cerebro de las personas. Esta actividad registró las respuestas neuronales de 54 personas de entre 18 y 40 años, que se sometieron a una serie de estímulos externos.

A los participantes al experimento se les puso gorras con electrodos y se les mostró imágenes de cachorros y bebés. Y, tras la evaluación de los resultados, la psicóloga llegó a la conclusión de que cuando los participantes observaban a criaturas que les parecían tiernas, su cerebro colapsaba por un sentimiento inmenso de felicidad y lo contrarrestaba enviando una emoción opuesta, es decir, una agresión.

Mujer abrazando a un perro
Mujer abrazando a un perro | iStock

Después del pase de imágenes, se encuestó a los participantes para observar qué emociones habían sentido al ver las fotografías y en cuáles de ellas habían experimentado una emoción extrema. Los resultados señalaban que, claramente, había una actividad neuronal que explicaba las reacciones.

Según el estudio, esta respuesta opuesta no busca hacer daño físico a los bebés o a los cachorros, pretende tranquilizar la mente para recuperar la estabilidad emocional del momento. De este modo, la investigación de Stavropoulos evidenció que el sistema de recompensa del cerebro y el sistema emocional actúan a la par en la agresión tierna. Los resultados del estudio fueron publicados en la revista universitaria 'Frontiers in Behavioral Neuroscience'.

Ahora que ya sabes por qué tienes impulsos difíciles de controlar ante algunas situaciones, no te alarmes y recuerda el fenómeno de la agresión tierna.

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