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CUIDA LAS HERIDAS

Qué hacer y qué no ante una quemadura de aceite o agua

Te contamos cómo debes actuar ante las quemaduras de carácter leve.

Aplicar agua fría a la quemadura

Aplicar agua fría a la quemaduraiStock

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Las salpicaduras de aceite al freír alimentos, la temperatura a la que llega el agua cuando la hervimos o el contacto con la superficie de la plancha de la ropa -o del pelo-, son los principales factores con los que corremos el riesgo de sufrir quemaduras en casa.

Esas heridas que se generan en nuestra piel pueden llegar a ser muy dolorosas y su escozor, muy incómodo. De todas formas, la gravedad no suele ser muy elevada, por lo que no es necesario asistir a un centro de salud. Aun así, si no tenemos ningún tipo de noción sobre primeros auxilios, resulta de lo más normal no saber cómo actuar.

¿Qué ocurre cuando nos quemamos?

Las quemaduras pueden venir provocadas por distintos factores, aunque las más comunes suelen derivar de sustancias o elementos con temperaturas muy elevadas, productos químicos o aparatos eléctricos. Cuando se genera un contacto con nuestra piel, se produce una lesión en los tejidos de la epidermis que pueden llegar a penetrar mucho más allá, por lo que es algo que no debemos ignorar.

Elimina el causante

Antes de realizar cualquier acción sobre la lesión, es fundamental eliminar todos los restos del producto que nos haya provocado esa herida. Con un paño limpio y seco, frota suavemente la zona para quitar los restos. Después, limpia la herida con agua y jabón.

Si se aplica directamente agua fría, el contraste con el producto caliente puede ser muy contraproducente, ampliando incluso la zona de afectación de la quemadura. Si el producto se ha extendido por la ropa, es imprescindible quitar rápidamente la prenda.

Enfría la zona

Es esencial aplicar frío en la región corporal donde la persona se haya quemado. Lo más recomendable es que sumerjas o empapes con un trapo limpio la zona con agua fría, alrededor de 15 minutos, para poder calmar el dolor y evitar que se extienda.

Nunca uses hielos, porque aunque puedan ser enfriadores instantáneos, la temperatura baja puede generar un importante contraste y lesionar aún más los tejidos de nuestro cuerpo.

Detecta el grado

Antes de seguir con el tratamiento, es importante que evalúes la gravedad de la situación. Existen diferentes grados de quemaduras: las de primer grado son las más suaves, pero no dejan de ser perjudiciales, caracterizadas por un fuerte enrojecimiento y dolor.

A las de segundo grado se suma la aparición de ampollas, mientras que las de tercer grado penetran mucho más en los tejidos, por lo que el aspecto y el tamaño de la herida es mucho más importante y requerirá tratamiento médico urgente.

No toques las ampollas

Estos pequeños sacos llenos de líquido que se forman en nuestra piel actúan como mecanismos de defensa ante aquellas heridas importantes. Este es el motivo por el cual no debes explotar bajo ningún concepto una ampolla. De lo contrario, puede infectarse y convertir la quemadura en algo peor.

Nada de remedios caseros

Aunque existen miles de trucos caseros que prometen curar las heridas, no son nada recomendables. La extendida práctica de aplicar pasta de dientes para aliviar el dolor puede hacer efecto durante los primeros minutos, pero luego solo reseca la quemadura y aumenta el dolor, así como el aceite o el jugo de limón.

Este tipo de remedios solo van a ensuciar la zona, empeorándola y abriendo paso a infecciones y a largos periodos de cicatrización. Para la aplicación de pomadas u otros medicamentos, es mejor que consultes a tu médico.

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