MALA COSTUMBRE

Gaslighting: Qué es y por qué no debes hacerlo nunca con tus hijos

El gaslighting puede tener efectos muy negativos para nuestros hijos si lo aplicamos en la crianza y en la dinámica familiar. Es una forma de manipulación y de control emocional.

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El gaslighting es una forma de manipulación psicológica, en la que una persona intenta hacer que otra persona cuestione su propia realidad y percepción de los hechos.

El término se originó en la obra de teatro 'Gas Light' de Patrick Hamilton en la que el marido manipulaba a su esposa, negaba los hechos, minimizaba sus sentimientos y le hacía creer que sus emociones y su percepción de la realidad no eran las adecuadas. La historia también se ha adaptado al cine en varias ocasiones.

Gaslighting en la crianza: ¿Cómo afecta a los hijos?

Puede haber varias formas en las que, sin querer, podemos estar recurriendo al gaslighting como una forma de control en la crianza. Veamos ejemplos de gaslighting en la dinámica familiar:

1. Cuando se minimizan los sentimientos y percepciones de los hijos

Esto puede afectar su capacidad para reconocer y expresar sus propios sentimientos y percepciones en el futuro. Un ejemplo de minimizar sus sentimientos o percepciones es cuando decimos frases como:

  • "No ha sido nada"
  • "No llores, no es para tanto"
  • "¡Qué bien exageras! ¿Quieres una buena razón para ponerte así?"
  • "¿Otra vez con lo mismo? ¡Siempre igual!"

2. Cuando hay un ambiente de miedo y tensión en el hogar

Esto afecta directamente a la autoestima de los hijos, en su capacidad para tomar decisiones y en la confianza hacia su propio juicio, además de alterar su capacidad para desarrollar relaciones saludables.

Cómo evitar el gaslighting

Podemos aplicar la crianza consciente para evitar caer en manipulaciones con nuestros hijos. A menudo, sin darnos cuenta, minimizamos sus sentimientos o intentamos cambiar su manera de percibir su realidad.

Para evitar este tipo de dinámicas y relaciones con los hijos podemos:

1. Fomentar una comunicación abierta y honesta: Los padres y cuidadores primarios debemos alentar a nuestros hijos a expresar sus sentimientos y percepciones de manera abierta y honesta. Debemos asegurarnos de escucharlos activamente, validar sus sentimientos, y en caso de ser necesario poder aportar objetividad, una vez que ellos se hayan sentido comprendidos.

2. Enseñar a los hijos a confiar en su propia percepción: Los padres debemos fomentar la confianza de nuestros hijos, enseñándoles a confiar en su propia percepción de la realidad. Por ejemplo, preguntándoles cómo se sienten y qué piensan sobre alguna situación en particular, y posteriormente, validar y reconocer sus sentimientos y percepciones.

3. No minimizar ni negar los sentimientos y percepciones de los hijos: Es importante que no minimicemos ni neguemos los sentimientos o percepciones de nuestros hijos. En su lugar, debemos tomarlos en serio y abordarlos de manera constructiva para poder encaminarlos hacia el aprendizaje deseado.

4. Establecer límites claros: El establecimiento de límites claros y consistentes en la relación con los hijos es pieza clave. Esto puede incluir límites en cuanto al comportamiento aceptable, la comunicación, el respeto mutuo, etc.

5. Buscar ayuda profesional si es necesario: Si constantemente estáis lidiando con problemas en la relación con vuestros hijos y sentís que no podéis resolverlos de manera efectiva, es importante buscar ayuda profesional. Un terapeuta familiar puede ayudar a abordar el problema de manera saludable y constructiva.

Recordemos que la crianza de los hijos requiere una comunicación clara y honesta, y que, como padres, es importante que llevemos una coherencia de vida. Es decir, que podamos ofrecer el respeto y la consideración que nosotros mismos pedimos por parte de ellos.

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