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ECONOMÍA DOMÉSTICA

¿Compartir el dinero o no? Cómo construir una economía en común con tu pareja

Saber administrar los gastos domésticos es vital para construir relaciones económicas sanas.

Pareja haciendo cálculos.

Pareja haciendo cálculos.iStock

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La economía en pareja siempre es un quebradero de cabeza y, más aún, cuando el dinero que entra en casa no llega en la misma cantidad por alguna de las dos partes. Ante esta situación, el debate en casa está servido y, si no se gestiona de manera correcta, el tema puede generar incluso discusiones o incomodidades

¿Tendríamos que abrir una cuenta común? ¿Cómo pagamos los gastos compartidos? ¿Ahorramos en una cuenta compartida o cada uno por su lado? ¿Si yo gano más, tengo que aportar más dinero? Hablar de dinero es tocar un tema peliagudo, y no solo dentro de la pareja sino en todos los ámbitos de la vida. A sabiendas de que es un tema sensible y antes de que en casa llegue la sangre al río, te recomendamos que prestes atención a los típicos errores más habituales relacionados con este asunto y sigas los tips que te proponemos para evitar fricciones.

Errores comunes en la economía compartida

Según el banco online Fintonic estos son los errores más típicos en los que solemos caer cuando administramos los gastos en pareja:

Uno de los dos carga con el peso económico

Existen dos grandes maneras de organizar la economía en casa: sumar todos los ingresos de ambos en una misma cuenta bancaria o compartir sólo el 50% de los ingresos de cada uno, manteniendo así una cuenta común y otra separada. Es en este último caso cuando pueden aparecer los problemas: uno de los miembros de la pareja puede tardar en aportar su parte en la cuenta común o la repartición en el pago de las facturas puede que no sea equitativa... Por lo tanto, uno de los dos es quien lleva sobre sus hombros la mayor parte de la carga económica.

Ritmos de vida desiguales

A veces se da la situación de que el ritmo de vida de nuestra pareja, económicamente hablando, es mucho más elevado que el nuestro, por lo que mantenernos al mismo ritmo nos puede suponer un esfuerzo económico tremendo. Un ejemplo concreto es la realización de un viaje: lo que para uno puede ser una aventura excitante, para el otro puede ser un dolor de cabeza para intentar cuadrar los números y llegar a final de mes.

Imprevistos económicos

Como bien indica la palabra, los imprevistos son situaciones que no esperábamos, pero que ocurren y tenemos que estar preparados para hacerles frente porque van a llegar si o si. Además, las posibilidades son múltiples porque, al ser dos, los gastos imprevistos se duplican. Un ejemplo concreto: que uno se quede sin trabajo o que tengamos que afrontar una reparación doméstica costosa, como el cambio de la caldera, por ejemplo.

Mujer haciendo cálculos.
Mujer haciendo cálculos. | iStock

Ni tanto ni tan poco

En una relación de dos acostumbra a haber dos perfiles: el que gasta mucho y el ahorrador innato. En este sentido, es conveniente encontrar un balance si las dos posiciones son extremas porque este tipo de desigualdad suele ser una fuente de conflicto asegurado.

Poca comunicación

Hablar de dinero puede ser incómodo y, por ello, habitualmente una pareja que empieza no suele tocar este asunto. Pero la vida es un cambio constante y los imprevistos surgen a diario, así que es recomendable hablar de la economía doméstica con regularidad para revisar cómo estamos y para dar espacio al otro para poder expresar sus malestares o pensamientos al respecto.

¿Soluciones?

Ante todos estos problemas, ¿qué podemos hacer? Lo primero es dedicar tiempo y comunicación con tu pareja para tratar este tema, sin reparos, sin incomodidad, tratando el asunto con naturalidad y con voluntad de entendimiento. Y, además, estos tips te ayudarán:

Repartir equitativamente las facturas. Tenemos que tener claro dónde va el dinero y detectar todos los gastos mensuales. A partir de allí podemos hacer un presupuesto de gastos en función de la categoría y dividirlos en partes iguales.

Sé puntual con los pagos. Si eres tú el que pasa el 50% de tus ingresos a tu pareja, unifica todo el ingreso y transfiérelo al final de cada mes. Sé muy estricto en este sentido porque así evitarás que tu pareja tenga que hacer un esfuerzo extra para aportar la parte que tú aún no has pagado. Este consejo sirve igual si compartís una cuenta corriente. Fijad ambos una transferencia mensual a la cuenta común con la misma fecha cada uno.

Haciendo cálculos.
Haciendo cálculos. | iStock

Sed justos. Si uno de los dos gana más que el otro, es recomendable que este aporte una cantidad de ingresos mayor en la cuenta común, proporcional a lo que cobra y respecto a la otra persona.

Fondo de emergencia. Ir haciendo cada mes un rinconcito de ahorro para hacer frente a los imprevistos, por ejemplo, en una cuenta de ahorros. Ahora, la app online de los bancos también ofrece la opción de hacer una hucha dentro de tu misma cuenta bancaria y ordenar transferencias automáticas de la cantidad de ingresos que tu desees.

Fijar objetivos comunes. Para evitar las posiciones del tacaño y el derrochador, es conveniente marcarnos objetivos de ahorro en común. Por ejemplo, para comprar un coche, hacernos una hipoteca o reformar la casa. Los objetivos comunes animan al derrochador a no gastar sin límite y al tacaño a gastar por un bien compartido.

La opinión del otro cuenta. En el momento de hacer un gasto importante, como podría ser organizar un viaje, es recomendable que lo pongamos en común antes de omitir los deseos del otro. Con una comunicación franca y sincera, evitaremos roces y conflictos.

Marcar límites. Es imprescindible que tu pareja sepa dónde ves el límite del gasto y que la otra persona pueda expresar también su opinión al respecto. Por ejemplo, si tu pareja es fan de los cómics y los videojuegos y tú eres una auténtica compradora de moda, tendréis que determinar un límite de gasto cada uno al mes para evitar que luego surjan los problemas.

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