Son un infierno y lo sabes
Sigue estos 10 consejos y lograrás sobrevivir a la cena de empresa
Nunca te ofrezcas a organizarla ni a elegir el restaurante. No seas un tragaldabas con las raciones al centro. No te mames. Y todo irá bien-
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Puede que pienses que no hay nada peor que trabajar y quizá estés en lo cierto… o quizá no. ¿Hay algo más lastimoso que acudir cada día a una oficina durante ocho horas? ¿Qué te parecen las cenas de empresa en Navidad? Sí, puede ser que no pienses en ellas habitualmente porque (afortunadamente) solo se celebran una vez el año. Es ese momento en el que te toca reunirte en torno a una mesa con gente con la que apenas cruzas palabra el resto del año. Eh, tienes enfrente a Luis, de Mantenimiento, al que ni siquiera ponías cara. Y a tu lado está Marta, de Recursos Humanos, con la que intercambias mails de vacaciones y días libres sin un triste “¿qué tal te va?” de por medio. De acuerdo: es un momento aterrador pero no te preocupes, te damos las claves para que puedas sobrevivir a esa noche oscura…
No te escaquees. Asúmelo, te toca ir. Es posible que en tu mente fantasees con la posibilidad de escaquearte pero, sé realista, no tienes ninguna posibilidad… Dejar de acudir a esta cita anual multiplica tus posibilidades de irte en el próximo ERE. Así que piénsatelo dos veces antes de hablar de tu perro enfermo o del cumpleaños de tu abuelo.
Nunca te metas a organizarla. Jamás de los jamases, ni te lo plantees. Es una inversión monstruosa de tiempo, un trabajo paralelo en el que recibes a diario mails con asuntos como “intolerante a la lactosa” o “mi primo de Cuenca ha abierto un restaurante de cocina japofilipina, ¿qué os parece si lo probamos?”.
Si hay que votar, ni el más barato ni el más caro. La planificación de una cena de empresa conduce a que todo el mundo se forme una imagen de ti que consideran válida para el año siguiente. Por eso, si votas por un chino de 10 euros el menú, te llamarán cutre. Y si te decantas por un estrella Michelin, manirroto. En el medio está la virtud.
Elige cuidadosamente el asiento: tu vida depende de ello. Piensa en una cosa: si te sientas al lado del jefe, pasarás a ser automáticamente el pelota. Si te vas pones con desconocidos, te aburrirás como una ostra. Nuestra recomendación es que equilibres: rodéate de un coleguita, alguien que conozcas de vista, un mando intermedio y ya está.
Si se paga con bote y se come a la carta, ojito con lo que pides. Tus compañeros llevan todo el año hablando de Marcial, de Contabilidad, que el año pasado pidió wagyu mientras el resto optaban por el pollo o la pescadilla. No puede ser que tu plato principal cueste 20 euros mientras que el del resto no llega a 10.
¿Comida al centro? Despacito. Siempre hay un Nico Rosberg de las croquetas, un Usain Bolt de las empanadillas y acaban siendo los apestados, aquellos a cuyo lado nadie quiere sentarse. No busques entrar en ese club de los que comen dos lonchas de jamón cuando el de al lado aún no ha podido apretarse ninguna.
El vino, ay, el vino. El alcohol en las cenas de empresa es el combustible de nuestro ridículo. Si ves que la lengua comienza a trabársete o empiezas a albergar “sentimientos” exagerados por algún compi, pásate al agua.
Vigila los modales. Coger la lechuga con la mano, sorber la sopa, masticar con la boca abierta… Aunque hagas todo esto en casa, recuerda que estás en un restaurante. Con tus compañeros de oficina, para más inri. No te preocupes, You Tube está lleno de tutoriales que explican cuál es el cuchillo del pescado o cómo hay que beber para no dejar barquitos en la copa.
Una retirada a tiempo es una victoria. Tras el café y el postre llega el salto mortal de la noche: la búsqueda de un bar en el que empezar la ronda de copas. Asúmelo, a partir de ese momento las cosas solo van a ir a peor. Despertarás al día siguiente con una resaca del infierno, con 60 euros menos en la cartera y con un mensaje de whatsapp de alguien cuyo número no has memorizado y que te pone un misterioso “¿repetimos?”.
No más de una. No. Ni de coña. No vale eso de la “oficial” y la “informal”. Con una cena de empresa cada 365 días es más que suficiente.
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