Heladerías insólitas en Madrid, Barcelona, Gijón y Valencia
Si quieres probar helados de sabores exóticos, vete aquí
Hace tiempo que los sabores de helados van mucho más allá del chocolate, la nata y la vainilla, pero en estos locales se experimenta un poco más...
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Los que crecimos en los 80 no podemos evitar quedarnos admirados de la variedad de helados que existe en la actualidad. El verano de los hijos de Naranjito, Barrio Sésamo o el Scalextric era el de los cartones de helados con apenas una docena de referencias. En los puestos de helados artesanales, la cosa no iba mucho más allá... Chocolate, nata, vainilla, fresa, limón, turrón... y tutti-frutti para los más aventureros. Ahora, sin embargo, hay heladerías en las que se arriesga, y mucho, con lo de los sabores diferentes e innovadores. Aquí van cuatro heladerías en las que ir de sorpresa en sorpresa.
Heladería Islandia (Gijón). Abierta en los años 50 en el centro de Gijón, es una de las heladerías que más alegrías nos ha dado a los buscadores de sabores poco habituales. Apuestan por las recetas locales, poniendo a disposición del público helados de fabada, sidra, oricios (erizo de mar) o marañuelas (unas galletas de mantequilla típicas de Asturias). Merece la pena probarlos, aunque sea para decir que no los queremos volver a ver en nuestra vida y que nos quedamos con el de nata de toda la vida. O quién sabe: quizá el de queso Cabrales puede acabar convirtiéndose en nuestro favorito.
Heladería Napoli (Madrid). Esta veterana heladería que lleva abierta desde los años 80 en Madrid no solo abastece de producto a alguno de los restaurantes más pintones de la capital, sino que lleva muchos años innovando en sabores. Evidentemente, tienen los clásicos, pero también combinaciones más curiosas que son el fruto de horas y horas de pruebas. Algunos de los más demandados son el de queso Philadelphia con piña o el de frambuesa con vinagre de Módena. Ricos y, sobre todo, originales.
Heladerías Llinares (Valencia). Hay que reconocerle a esta veterana heladería valenciana que en sabores pocos pueden, no ya ganarles, sino alcanzarles. Se vanaglorian de ofrecer alrededor de un millar de variedades y no es raro encontrar en forma cremosa algunos de los sabores más ibéricos, como el de tortilla de patata o el de gazpacho andaluz. Al mismo tiempo, tienen alguno con nombres tan sugerentes como "celulitis". Cada años crean nuevos sabores y cuesta pensar en alguno que no tenga ya su versión bajo cero en este local.
Belgious (Barcelona). El belga Michel de Bièvre se precia de emplear la mejor materia prima en sus helados artesanos, pero también se ser capaz de ofrecer sabores que no se encuentran en casi ningún otro local. Exóticos son sus helados de curry, wasabi o de jengibre, -que cuesta imaginar en cucurucho- y se han hecho famosos por el que ofrecen de cannabis y que nosotros mismos probamos en nuestras carnes. Van mucho más allá de la anécdota del sabor raruno, porque, además, están muy buenos.
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