¿ES LA ENEMIGA O ES TODO CUENTO?
Primero fue el gluten, luego la lactosa... ¡y ahora la enemiga es la lectina!
Primero fue la lactosa, luego el gluten y ahora la presunta nueva culpable de todos nuestros males es, parece ser, la lectina. Se trata de una proteína presente en cereales, legumbres y patatas que según el libro 'La paradoja vegetal' es el peor de los males. ¿Será cierto?
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El cardiólogo norteamericano Steven R. Gundry publicó el pasado año su best seller 'The Plant Paradox', que revolucionó el mundo de la nutrición asegurando que las culpables de malas digestiones, hinchazón, malestar y problemas alimentarios eran unas proteínas llamadas lectinas. Tras una etapa de criminalización de la lactosa, ahora son las lectinas las que están en el punto de mira del consumidor 'healthy', que trata de llevar una vida saludable eliminando de la dieta todas aquellas sustancias que le perjudican. Según este doctor, las lectinas "incitan a una especie de guerra química en nuestro cuerpo, causando reacciones inflamatorias que pueden conducir al aumento de peso y a problemas graves de salud", afirma. Se encuentran en numerosos productos, fundamentalmente en algunos que hasta ahora se habían estado vendiendo como saludables: desde las legumbres a los granos integrales y los tomates.
Pese a que apenas existe investigación científica sobre el tema, y además no es en absoluto concluyente, diversos nutricionistas y personas adictas a la vida sana se han sumado a esta tendencia que prescribe una alimentación baja en lectinas para evitar numerosas dolencias. Los detractores de las lectinas afirman que pueden causar daños en la pared intestinal, que provocan enfermedades autoinmunes y, sobre todo, que causan inflamación crónica cuya causa es difícil de detectar por quienes la padecen.
Esta inflamación manifiesta en forma de malestar digestivo, hinchazón, exceso de mucosidad, problemas de piel e incluso síndrome del intestino irritable y dolor en las articulaciones. Todo ello, aseguran los que recomiendan eliminar las lectinas de la dieta, a causa precisamente de esta proteína. De hecho, muchos de los efectos que atribuimos a otros factores (desde el estrés a la lactosa) pueden ser precisamente causa de la lectina. El gluten es una de ellas, y al parecer una de las más perjudiciales.
Los expertos señalan, sin embargo, que si se cocinan correctamente acaban siendo inocuas para la salud. Esto significa que hay que someterlas a una temperatura lo suficientemente elevada durante un tiempo mínimo, en el que estas proteínas se destruyen. En el caso de las legumbres, se recomienda cocerlas en todos los casos, aunque también puede funcionar la fermentación y la germinación como potentes destructores de lectinas.
Esta nueva corriente contribuye a arrojar algo más de oscuridad al ya de por sí enmarañado mundo de la nutrición contemporánea, en que el consumidor se ve bombardeado a diario por supuestos superalimentos a la vez que se demonizan otros, donde diferents expertos en la materia prescriben cosas totalmente antagónicas y donde es muy difícil establecer unas pautas dietéticas sin creer que estamos haciendo algo mal. Así pues, frente a la fiebre raw food ligada al veganismo (consumir comida en su mayor parte cruda para aprovechar todos sus nutrientes) y los supuestos beneficios para la salud de los cereales integrales, un producto en auge, los anti-lectinas recomiendan erradicar ambas prácticas de la dieta. Nada de alimentos crudos, pues hay que eliminar las lectinas que puedan contener, y mucho cuidado con los cereales integrales, que pese a ser nutricionalmente muy completos poseen una gran cantidad de lectinas, cosa que paradójicamente no ocurre con los procesados.
¿A quién creer? Justamente ahí radica el problema.
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