¿Kale o berza? ¿Ramen o cocido? Platos hipsters que tienen su reverso KM 0 (y no te gusta)

Lo hipster pasó de moda y se fue para no volver. Nadie en su sano juicio (si alguna vez hubo alguien con eso en ese movimiento) se define con ese término que tuvo su momento de esplendor cuando el Procés catalán aún era un esbozo ideado por Jaume I y nadie vislumbraba el destino lámbico del president de la Generalitat. Pero si algo quedó de ese momento acultural fue que había que demostrar estar a la última de todo para parecer lo más de lo más y cuando algo se extendía como movimiento de masas entonces decías que ya no molaba e ibas a dedicar tu absoluta devoción a otra cosa. ¿Y qué cosas son esas? Pues aquí unos ejemplos de alimentos y platos hipsters que fueron lo más top para acabar ninguneados como simples sucedáneos de platos “de verdad” (¿qué debe significar eso?).

CUPCAKES

¿Quién se acuerda de ellas? Pues fueron la avanzadilla de lo hipster, las madres de esos locales forrados de madera cálida ideal foto de Pinterest donde se juntaban modernos con preocupaciones neoyorquinas a discutir sobre la crisis de valores occidentales mientras comían pasteles a lo María Antonieta. Al cupcake se lo criticaba por pijo, por americano, por no ser saludable y por ser el icono de aquella Carrie Bradshaw que enrojecería al feminismo actual. Aquí era comparado con una magdalena hormonada por gente que pocas veces se comería una magdalena pero que practicaban aquel dicho del “es una maldita magdalena pero es nuestra maldita magdalena”. Ya nadie osa comer cupcakes y decirlo públicamente.

KALE

En otras circunstancias se debería premiar a los genios que pusieron de moda lo 'healthy' guay e hicieron empezar a comer verde a miles de hipsters que vieron en la naturaleza y el respeto a las creencias del abuelo de Heidi su nueva religión. Pero el kale fue una moda muy pesada para ser un alimento tan ligero. Nadie le hizo nunca caso a la col rizada y ahora tienes kale en los súpers de las letras verdes donde todo el mundo compra en la intimidad y soledad para que nadie les vea. Restaurantes temáticos dedicados a la kale, o 'queil' en su versión 'snobish', que te cobran entrada en la puerta y te venden sandía de temporada todo el año que viven de molar porque lo verde mola aunque sea kale. Coman col rizada y si tienen conciencia democrática, de Bruselas.

RAMEN

El primer aviso lo tuvimos cuando decenas de personas se agolpaban cada día y aún lo hacen, por lo que cuenta la leyenda, en la puerta del mítico Ramen Ya Hiro de Barcelona. El ramen que sirven es seguramente el mejor que van a encontrar en cientos de kilómetros a la redonda pero vamos a aclarar una cosa: el ramen no es mejor que el cocido. A mi madre no le digas que la vas a llevar a comer ramen porque te pone dos tuppers de fritanga y te tortura lentamente toda la tarde enviándote cadenas del Whatsapp pero si le dijeras que va a comer un guiso a base de caldo con carne, algún vegetal y sobre todo muy calórico, espeso e ideal para días de invierno igual decía que sí. Pero al ramen no. Al cocido sí, porque es de aquí. Y ella conoce lo de aquí y no lo de allí. Que seguro que es peor por extranjero. La moda ha ido desinflándose pero persiste porque a todo el mundo le molan los caldos fuertes. A favor del ramen, del cocido y del ramen de cocido o de la escudella con pilota.

CEVICHE

Se ha puesto de moda decir que todo el mundo hace ceviche. Y eso demuestra que es un plato sobreexplotado que empezó siendo hipster por su naturaleza de plato importado hasta nuestros barrios por chefs del Perú más underground (y alguna estrella mediática) y que conquistó nuestros cítricos corazones. ¿Pero pescado crudo marinado? Aquí se come salpicón de marisco que se hace con langostinos y lo que tengas por ahí que parezca pescado más un poco de verdura, y te olvidas del ceviche del exvirreino andino. ¿Hay restaurantes especializados en salpicón? Pescado frío para el verano o para que rivalice con el cóctel de gambas que se curra tu tío en Navidad.

KIMCHI

Para el final el plato de nota, lo más de lo más, el ayatolá de la modernidad, el Spielberg de lo hipster, la Venus Williams de la cocina con conciencia artesana: el encurtido coreano de col china fermentada. El chucrut oriental que compite en gracia con el chucrut occidental pero con un toque picante rojizo. Si tienes una cita y te llevan a comer kimchi sal corriendo. Se avecina una chapa sobre los fermentos de la península de Corea y las diferencias de matices entre la gastronomía de las Coreas del Norte y el Sur que te van a dejar más tieso que el único fermento que aceptamos por estos lares poco dados a la artesanía, el pepinillo de toda la vida.

Ahora puedes probar a leer este artículo desde el punto de vista totalmente opuesto. ¿Por qué nos parecen mal o creemos que son un agobio unos platos que nos enriquecen en el intercambio aunque “nosotros” tengamos alternativas culturalmente más próximas? Ay.