Era por esto, sí
Estos son los motivos por los que el café que preparas está tan malo
Atento a estos consejitos y tu café volverá a ser oro líquido. Palabrita de Juan Valdés.
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¿Hay algo más sencillo que preparar un café? "No", piensas, aunque luego le das una vuelta y recuerdas que todo el mundo siempre que el café preparas "sabe a mierda". En lo que viene siendo el café de casa es fácil caer en inercias que convierte la taza de café de por la mañana en un brebaje infumable. Y la culpa es toda tuya. Si no nos crees, atento a toda esta retahíla de errores que te vamos a recitar. Ah, son válidos para el café de italiana, no para el de cápsulas. Ese ya sabemos que no falla nunca, listo de la vida.
Torrefacto, no. Tueste natural, sí. Para empezar , hay que decir que más de la mitad de un buen café es responsabilidad directa de la calidad del mismo. Como ya te dijimos el otro día, el torrefacto es una perversión que deberíamos haber desterrado hace eones de nuestra dieta. Pero somos animales de costumbres y nos cuesta pasarnos al natural, aunque sea cien mil veces mejor.
Si puedes, cómpralo en grano y muélelo en casa. Vale, sabemos que esto quizá sea excesivo porque no todo el mundo puede tener un molinillo para hacerlo en el momento, pero lo cierto es que, si lo tomas recién molido, podrás apreciar mucho mejor el sabor y el aroma. Una vez tostado, sus cualidades organolépticas apenas aguantan dos horas antes de caer en picado.
Guárdalo siempre en un lugar fresco y seco. ¿Despensa? ¿Armario? Sin duda, son las mejores opciones siempre que no se encuentren cerca de ninguna fuente de calor. Si no tienes opción, un mal menor puede ser guardarlo en el frigorífico. Eso sí, procura que el nivel de humedad sea bajo porque no es que sea precisamente muy buena para el café.
Prénsalo, muchacho. El café ha de estar apretado para que encuentrre su mejor versión. No basta solo con alisar la superficie con la cuchara. Se trata de hacer presión para que el agua tarde más en impregnarlo y el resultado sea una bebida con más cuerpo. Como ves, no es una cuestión menor, sobre todo si te gusta el café con cierta entidad y no el aguachirri.
En cuanto haya subido, quítalo del fuego. Que hay veces que crees que hacer café es compatible con bajar a por churros. Pues no: hay que estar ahí al quite para quitarlo del fuego cuando empieza el característico borboteo. De lo contrario, el café hierve y, para qué negarlo, se estropea. Ese característico sabor a hervido es lo que queremos evitar por todos los medios.
Remuévelo con una cuchara. ¿Ya está hecho? Pues nada, levanta la tapa, coge una cuchara y remueve a conciencia. Esto es algo que casi nunca hacemos y que, sin embargo, a adalides de la cultura cafetera como los italianos les parece un sacrilegio de los gordos. Al removerlo en el sentido de las agujas del reloj, hacemos que el líquido se haga más homogéneo y que la concentración de café sea la misma en todas las tazas.
Lava bien la cafetera después de usarla. Por alguna extraña razón, solemos pensar que las cafeteras italianas se limpian solas. Lo cierto es que hay varios peligros. No basta con echarles un poco de agua, sino que hay que lavarlas a conciencia. De esa manera evitaremos que se queden posos o restos de café que pueden modificar el sabor del siguinte que preparemos. Además, conviene secarla bien para que la humedad no de lugar a hongos.
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