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¿Pones poco aceite? MAL

Diez errores que NUNCA deberías hacer a un huevo frito

¿Empleas huevos de cualquier tipo?, ¿tu sartén es un desastre?, ¿no le sacas la puntilla? Te decimos los 10 errores que hacen que tus huevos fritos sean un desastre. Tranqui. Puedes cambiar.

Ay, esa puntillita...

Ay, esa puntillita...Pixabay

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Cuando uno se emancipa, su madre le hace un cursillo de "Cómo sobrevivir fuera del hogar", en el que un capítulo básico es "Aprende a hacer un huevo frito". Pero, ojo, eso no quiere decir que luego sea sencillo repetir las explicaciones maternas y que cada huevo sea una obra de arte. No. Ni mucho menos. Conseguir el huevo frito perfecto es una labor que requiere muchos años de conocimiento y mucha prácticas, jóvenes Padowan de las sartén. Incluso aquellos que llevan decenios haciéndolos flaquean en algún aspecto. Hemos recopilado 10 errores que todos cometemos cuando nos plantamos en la cocina con un huevo, una sartén, un plato y un poco de sal.

No es lo mismo un huevo que otro huevo. Los ecológicos o los camperos tienen más sabor y son más, ejem, defendibles desde un punto de vista ético. Además, es importante la frescura. Si coges un huevo que lleva ya un tiempecito en la nevera, es probable que la yema no esté demasiado compacta, con lo que freirá peor y quedará más feo.

Tu sartén, sí, la que ya no es adherente, no sirve. Esto es un error de bulto. Seguimos empeñándonos en utilizar la sartén esa pequeñita con la que nos apañamos tan bien pero, oye, es que siempre se te pega porque el teflón está hecho un cristo. Renueva las sartenes y, en el caso de los huevos, emplea una con algo de fondo.

Un hilillo de aceite no sirve. Esto va relacionado con la elección de la sartén. Para freir un huevo, lo que interesa es que haya bastante aceite. De este modo, estará "arropadito", se hará de manera homogénea por todas partes y quedará mejor así que mejor no escatimes.

No se puede lanzar de cualquier manera. Esto no es una peli, ¿vale? No tienes por qué arrojar a la sartén el huevo de cualquier manera como si fueras un acróbata de la cocina. Si lo dejas con mimo dentro de la

Es un horror que caiga un trozo de cáscara... o que lo cojas con la mano si lo ves dentro de la sartén porque a) te puedes quemar y b) estarás manoseando el manjas que te vas a hincar poco después. Recupéralo con un tenedor y con cuidado de no romper la yema si no quieres sentir un grimoso "¡crec!" al morder.

Si lo sacas con la yema muy hecha, no mola. No, porque ya sabes, aunque a veces pases del tema, que lo que mola es que la yema corra un poco y puedas ponerte ciego a mojar pan. Por tanto, si lo fríes demasiado, estarás convirtiéndolo en algo secorro.

Y si lo sacas con la clara cruda, tampoco... Por eso es tan importante lo del aceite. Puede ser que el huevo esté perfectamente hecho por abajo, pero crudo por arriba. Además, si te das cuenta en el plato, no vale volver atrás: ese huevo ya no lo vas a recuperar.

Desprecias la puntilla, pero es lo suyo. ¡Pues claro que sí! Piensa que el huevo frito tiene que ser el súmum gastronómico. Cuantas más texturas consigas, mejor. Si clavas el crujiente y tostadito de la parte externa de la clara y logras mezclarlo, en un mismo bocado, con miga de pan empapada en yema y un poquito de clara, alcanzarás el nirvana.

Hay que salarlo antes y después. No hay nada peor que un huevo soso, pero esto tiene fácil solución. Al echarlo en la sartén sálalo y, al sacarlo al plato, rompe algunas escamas de sal gorda encima de la yema. Gloria bendita.

Comerlo frío debería ser motivo de cárcel. En la cocina, hay que planificarse. Por ejemplo, si vas a hacer huevos con patatas fritas, lo que interesa es que todo siga un orden: si el huevo ya está frito al principio imagínate cómo lo vas a comer. Siempre recién hecho, por favor.

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