SE PONEN DE MODA, PERO... ¿ESTÁN TAN BUENOS?
Alguien tenía que decirlo: estos alimentos están SOBREVALORADOS
¿Es necesario poner queso a todo? ¿Cómo habíamos podido vivir hasta ahora sin tartar? ¿Realmente el aguacate está tan bueno? ¿No nos estaremos pasando dando a algunos alimentos mucho más valor del que tienen?
Publicidad
Más de uno a leer este artículo se llevará las manos a la cabeza, blasfemará y pensará que seguramente nos hemos trastornado. Pero reflexionad antes de juzgar y veréis como más de uno nos da la razón. ¿No creéis que hay algunos alimentos, bien sea el propio producto o algunas elaboraciones que se han puesto de moda, que todo el mundo hace y realmente no son para tanto? ¿No pensáis a veces que cómo era posible vivir hasta ahora sin aquellos ingredientes o platos que ahora parecen obligatorios en cualquier carta?
Sin poner en duda ni su valor nutricional ni los gustos de cada uno presentamos algunos de los alimentos que están sobrevalorados ¿Preparados para la polémica?
El aguacate
Sí, el famosísimo aguacate, cuya demanda ha provocado extorsión en muchos países, asesinatos y escasez de agua para las personas, no sabe a nada. Es untuoso, uno de los mejores alimentos que pueden tomarse y es versátil y muy instagrameable, pero abrir un aguacate y darle un bocado es algo totalmente insípido. Comprobadlo, pero sin añadirle nada de nada y a ser posible con los ojos vendados. A ver si acertáis qué es.
El queso
No nos referimos a un buen queso curado, o elaborado con buena leche y con buenas manos, sino a ese queso amarillento que parece chicle, preparado para deshacerse y deshilacharse con facilidad que parece el complemento perfecto para todo. ¿Os habéis fijado que hay restaurantes que es incluso difícil encontrar algún plato que no lleve queso? No puede ser que a todo le siente tan bien. Si sois queseros, disfrutad de él de otra forma, pero no añadiéndolo a cualquier cosa para añadir grasas y anular el resto de sabores. ¡No es justo!
La quinoa
También otro de los llamados súper alimentos y de la que no dudamos de su valor nutricional, pero la demanda de quinoa, igual que la de aguacates, ha provocado que lo que resultaba un alimento básico para la cocina peruana se esté convirtiendo en un lujo para ellos. ¿Es necesaria la quinoa en nuestra dieta? ¿A qué sabe la quinoa hervida, sin más? Absolutamente a nada. Seamos honestos, un poco de quinoa está bien, pero que acabemos haciendo hamburguesas con ella…
Las ostras
Un claro ejemplo de lo que se suponía una sofisticación solo al alcance de unos pocos nos lo encontremos ahora en cualquier bar de barrio que hasta ahora solo tenía cacahuetes como tapa. Y ya está bien que se popularice, pero esa obsesión que tienen algunos por poner la ostra en el podium de los manjares para tomar a cualquier hora es quizá algo desproporcionada.
La langosta
Otro de los grandes, que aunque mantiene su estatus, resulta algo exagerado respecto a su sabor. Quizá se salvan las de aguas más frías, pero las de aguas cálidas serían intercambiables por una docena de buenas gambas con los ojos cerrados. Y además, a estas últimas siempre les podemos chupar las cabezas. Una langosta abierta y hecha a la parrilla tiene indiscutiblemente un sabor muy fino, pero si no le añadimos algo de salsa queda en nada. ¿O no?
El tartar
Los más antiguos del lugar quizá recordéis aquellos tiempos en que pedir un steak tartar suponía un despliegue de medios. El carrito que traía el camarero con los ingredientes para hacer delante tuyo el tartar mientras que se iba eligiendo o descartando alguno de los componentes, presentándote el tartar recién hecho era algo único que ya casi no existe. Ahora el tartar es de salmón, de remolacha, de atún o ves a saber de qué mezclado con muchas otras cosas que te sirven en un plato divino. ¿Era realmente necesario olvidar este gran ritual?
El bao
Lo que hasta ahora se servía en baguette, panecillo o mollete ahora se sirve en bao. Y lo peor no es eso, que podríamos entender la evolución e incluso la intención de aligerar algún bocata, ya que el pan al vapor es mucho más ligero que los que conocemos, pero la cuestión es precisamente esa, que a todo se le llama bao. De ese pan asiático, suave, tierno y liviano nos hemos cruzado con algunos que podrían servir como arma arrojadiza. Señoras y señores, llamemos a cada cosa por su nombre.
Publicidad