Violencia de género
Una superviviente de violencia de género, sobre la importancia del entorno: "La familia le creía a él"
Los entornos profesional y personal son vitales en la lucha contra la violencia de género. Y lo confirman tres mujeres supervivientes de violencia de género que sufrieron maltrato durante años, una de ellas psicológico, las otras dos económico y también físico. Lo vivieron en silencio y sin una ayuda fuerte. Creen que todavía falta implicación por parte de la sociedad.
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Sara, Lucía y Aura se sientan con nosotros y nos cuentan sus historias. Son tres mujeres supervivientes de la violencia de género. Tres mujeres que han sufrido maltrato durante años. En un caso fue psicológico, en otros también económico y físico. "Cuando me estaba golpeando vi a mi hijo al lado", recuerda una de ellas. "Solo por preguntar, ese fue el motivo de un golpe", dice otra. "Dejas de sonreír, dejas de cantar, dejas de ser tú...", concluye la tercera.
Tres mujeres que tienen algo más en común: padecieron la violencia sin apenas ayuda, unas por elección, otras a la fuerza. "Mi entorno fue de soledad", dice Aura. Ella es colombiana, llegó a España sola con su pareja y no tuvo ni familia ni amigos al lado. Lucía sí estaba cerca de los suyos, sin embargo, "yo no tenía el apoyo de mi familia, le creían a él", asegura. Y Sara ejemplifica cómo funciona, para ella y en muchas ocasiones, la sociedad: "Te dicen: yo en lo que te pueda ayudar... pero se van a su casa". Insisten en que, una buena parte de los ciudadanos, todavía piensan que "los problemas de pareja, son de la pareja".
Por eso ellas, más allá de contar sus historias, quieren alzar la voz y pedir la implicación de todos. "Hubo banderas rojas pero yo no las identificada", explica Aura. Y quieren "poder hablar sin que te prejuzguen" porque se sienten constantemente "juzgadas".
Piden la implicación de los ciudadanos pero también de las instituciones: "Cuando llegas a una asistencia primaria como la Policía o vas al hospital y alguien le dice: no, tú no puedes entrar (se refiere al maltratador), tiene que entrar sola. Eso es proteger a la mujer". Necesitan, insisten, que todos se vuelquen para que mujeres que están pasando por una situación parecida a la suya, salgan adelante: "Por miedo no le denuncié", explica Lucía.
Quieren que sepan ver pero también mirar porque hay muchos casos de violencia silenciosa. "Pero, ¿qué más quieres que te enseñe, un brazo roto? ¿un ojo morado?", se queja Sara. Ella afirma que todavía hoy muchos consideran que la violencia psicológica “no es violencia”. Y lo es, a veces, mucho más dañina.
El entorno profesional es fundamental, también el personal: "La familia, los amigos... son muy importantes. Que entre ellos establezcan una red", cuenta Aura. Y añade que nadie puede quedar impasible ante un posible caso de violencia de género: "Pido a la sociedad que mire a su entorno, que mire a su madre, que si oye gritar a la vecina, llame a la Policía", continúa Sara.
Una sola mano amiga, no es suficiente. Y aún falta mucho trabajo de concienciación por delante. "El día que yo pueda salir aquí, dando la cara sin miedo a ser juzgada, será el día en que la sociedad realmente esté preparada para escuchar esto", concluye Sara.
Las tres tiene algo más en común: dejaron atrás sus relaciones, los años de infierno, gracias a la ayuda de asociaciones. Una de ellas es la Fundación Ana Bella, la otra está en Álava, se llama Goizargi Emakumeak y surgió, precisamente, de la necesidad de poder "contar, hablar" y también de acompañar a mujeres víctimas de violencia de género. La forman unas 80 mujeres y para ellas es vital.
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