A simple vista puede parecer una obra más propia de un tatuador. La diferencia entre lo que hace uno y lo que hace el otro reside tanto en el lugar, pues uno trabaja en un estudio y el otro lo hace en una cocina; como en la textura, mientras uno dibuja sobre la piel humana, el otro lo hace sobre los alimentos.
"El cerdo y el cordero funcionan muy bien con las máquinas de tatuar, como las que nos tatúan a nosotros", nos comenta David García. "El proceso es tatuar el alimento, cocinarlo y después comerlo", asegura.
Este chef García fusiona dos de sus grandes pasiones: la comida y el tatuaje. Se trata de un proyecto pionero en el que se encuentran inmersos tanto David como su tatuador. "Tú puedes apreciar un tatuaje viéndolo o teniéndolo. Siguiendo esta línea, ¿por qué no comerlo?", propone el tatuador.
Los tintes que no aportan sabor al alimento, son completamente vegetales. Esto no sólo es una medida de estética, pues resulta sano para la salud. "Está todo analizado, son todo tintes vegetales", afirma David.
Esta carne, nos comenta el chef García, se mima envasando al vacío, a baja temperatura y durante muchas horas.