Torre Pacheco
La cacería de Torre Pacheco, en la viñeta gráfica
La agresión a Domingo en Torre Pacheco ha desatado el miedo en sus calles, acompañada de una espiral de violencia escondida detrás del patriotismo. Pero también se ha podido ver la hipocresía ciudadana, que condena barbaries como la Guerra de Gaza mientras apoya una 'cacería' de migrantes en su país.

Publicidad
La localidad murciana de Torre Pacheco se ha convertido en las últimas semanas en un duro reflejo de la realidad que se vive en este país. El racismo, que muchas veces se disfraza de preocupación ciudadana o de falso patriotismo, ha salido a flote con la excusa de "limpiar las calles de delincuentes". Pero detrás de ese discurso, lo que se ha vivido es una auténtica cacería de migrantes. Una oleada de odio que ha teñido de miedo las noches de una localidad entera y ha llevado a muchos a preguntarse si estamos ante los primeros brotes de una guerra civil social, alimentada por la intolerancia.
Todo comenzó tras la agresión a Domingo, un vecino de 68 años, por parte de tres hombres de origen magrebí. Un hecho condenable, sin duda, pero que fue rápidamente aprovechado por grupos de ultraderecha para desatar su rabia contra quienes nada tenían que ver. Inmigrantes que llevaban años viviendo y trabajando en la zona, menores que caminaban por la calle, personas que simplemente eran "el otro" a ojos de quienes querían venganza.
Una cacería de hipocresía
El periodista Alfredo Boto retrata con precisión la crudeza de lo que está ocurriendo. Es una representación directa y simbólica del miedo, la violencia y el odio que muchas personas migrantes enfrentan día a día. Y, al mismo tiempo, una crítica a la hipocresía colectiva: esa capacidad que tenemos como sociedad de conmovernos por los conflictos ajenos, como la guerra de Gaza, mientras permitimos, o incluso aplaudimos, actos de barbarie en nuestras propias calles.
La "cacería" de Torre Pacheco no es un hecho aislado. Es la consecuencia de discursos de odio que han ido calando poco a poco, de una normalización del racismo que ya no se disimula. La agresión al menor que participaba en una manifestación pacífica en apoyo a Domingo es una de las muestras más dolorosas de esta espiral de violencia. Fue atacado sin motivo, sin razón, solo por el color de su piel o por su origen. Y como él, muchos más han sentido que ya no están seguros ni siquiera caminando por su propio barrio.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y no te pierdas la última hora y toda la actualidad de antena3noticias.com
Publicidad