Calentamiento global
2024, calor extraordinario en los océanos: ¿Qué consecuencias tienen unos mares más calientes?
Los datos registrados mediante observaciones de satélite, barcos y boyas, arrojan temperaturas muy elevadas en un buen número de los mares a lo largo de todo el planeta durante los primeros meses del año.
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El calentamiento global, que conllevaría un cambio climático de grandes proporciones, afecta a todo el planeta. Aun así, las temperaturas de los mares y océanos no suelen mencionarse muy a menudo en las previsiones e informaciones meteorológicas del día a día, sin embargo el 2024 comenzaba con los océanos atravesando una situación de calor inusual. Este invierno ha dejado prácticamente 60 días consecutivos de calor anormalmente alto en las aguas marinas a nivel mundial.
Ola de calor en el Mediterráneo
A finales de enero y varias semanas de febrero las temperaturas en tierra firme de la Península dejaban valores primaverales y batían varios récords históricos, pero lo más destacable de nuestras latitudes es que el primer mes y medio del año el mar Mediterráneo atravesaba una ola de calor, que comenzaba a mediados del pasado mes de diciembre.
"Una barbaridad"
"Una barbaridad y un indicador de que el agua ha acumulado mucha radiación”
El mar absorbe el calor del aire y tiene la propiedad de almacenarlo durante más tiempo, liberándolo lentamente y como afirmaba el jefe de Información Meteorológica y Climatológica de AEMET, Cayetano Torres, la temperatura del agua marina es un indicador "muy fiable" de las variaciones que está experimentando el clima. Además, el portavoz de AEMET destaca también que durante el 2023 se llegaron a registrar anomalías de hasta 3ºC e incluso 5,5ºC por encima de lo normal, datos que define como "una barbaridad y un indicador de que el agua ha acumulado mucha radiación”.
Uno de los efectos de esa radiación que el mar libera lentamente es un invierno más templado y con menos nieve en las montañas, como se ha estado viendo a lo largo de toda la estación, hasta estas últimas semanas en las que el Mediterráneo recuperaba valores más propios de la época. Ese factor, lejos de ser anecdótico o puntual, se hace cada día más frecuente y así las olas de calor marinas se ha duplicado desde el año 1981 en todo el planeta.
Más temperatura del agua, más CO2 al aire
Son varias las consecuencias directas de ese calor excesivo almacenado por los océanos. La primera de ellas es que se evapora más agua, aumentando la salinidad de las aguas. Esto cambia significativamente las condiciones de los hábitats marinos, y por lo tanto afecta directamente a la fauna y flora que o bien se desplaza o muere, que tiene a su vez repercusiones muy negativas en sectores tan importantes para la economía o viabilidad de muchas comunidades, como son el turismo o la pesca.
Otra de las repercusiones de la subida del calor en los mares es que el agua pierde capacidad de capturar dióxido de carbono (CO₂), haciendo del proceso un bucle que se ve retroalimentado. A mayores temperaturas, más CO₂ liberado a la atmósfera, y al tratarse de un gas de efecto invernadero, la temperatura del aire aumenta, recalentando el mar, y así sucesivamente.
Uno más de los efectos adversos de unos mares más calientes es el derretimiento de los polos, con la consecuente pérdida de otros ecosistemas y destrucción de más hábitats de fauna y flora. Además provocaría la consecuencia no menos relevante del ascenso del nivel del mar. Sus repercusiones directas en muchas zonas habitadas las dejarían expuestas a las inclemencias meteorológicas de los temporales. El ascenso del nivel del mar ya ha supuesto que varios lugares poblados hayan sido sepultados bajo las aguas o estén en riesgo de hacerlo en los próximos años o décadas. Y es que en España, desde principio de la década de los 90, el nivel del mar ha subido casi 3 milímetros al año, duplicándose la tasa en las últimas dos décadas.
Temporada de huracanes potencialmente histórica
El Mediterráneo no es una excepción de calor, resulta que el Atlántico norte lleva experimentando máximos históricos desde 2023. Además, desde mediados de febrero los ojos de muchos científicos están puestos también en latitudes tropicales del Atlántico por las temperaturas similares a las de mediados de julio, en pleno verano registradas en mitad del invierno. Los expertos prestan especial atención a una zona concreta también conocida como el 'corredor de los huracanes', ya que ese calor acumulado actúa como una gran fuente de 'combustible' para la formación e intensificación de estos potentes ciclones.
Los efectos de las aguas anormalmente cálidas ya se han observado en invierno, y es que el flujo de humedad que aportaban a las tormentas invernales ha intensificado notablemente los temporales y las nevadas. Tampoco se espera que la primavera en el centro y el norte del continente americano sea tranquila y se esperan intensas lluvias y tormentas, acompañadas de tornados, que también han aparecido con fuerza y de forma temprana.
Los meteorólogos observan atónitos y con preocupación estas temperaturas en el Atlántico tropical de cara a una temporada de huracanes, que comenzará en junio, y que puede ser una de las más intensas jamás registradas, tanto en número de tormentas como en intensidad de las mismas.
Los distintos modelos de varias de los organismos más prestigiosos en análisis y predicción meteorológicos coinciden además en que la situación en los mares y océanos, de forma prácticamente generalizada, va a continuar con temperaturas superiores a las medias históricas en los próximos meses.
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